Mucho se comenta en los medios acerca de los montos de inversión extranjera que llegan al país, ya sea a través de los mercados financieros o del sector productivo. Y tiene lógica. Es una variable que permite medir el grado de atracción de la economía sobre los capitales externos y, por lo tanto, también es un indicador del nivel de confianza de esos capitales foráneos en el manejo de la economía nacional.
En esa lógica de abonar a la confianza es que hace unos cuantos días el presidente Peña Nieto soltó que el monto de inversión extranjera directa que llegará al país en este año andaría en un rango que va de los 35 a 40 mil millones de dólares. Un monto histórico para la inversión extranjera directa. Pero no hay que olvidar que en esta cifra se incluye la compra del Grupo Modelo por parte de la belga-brasileña Inbev en alrededor de 20 mil millones de dólares, operación que se concretó en mayo pasado, y que naturalmente “infla” las cifras de inversión extranjera con las que cerrará el año.
Sin embargo lo que poco se comenta son las inversiones que hacen los mexicanos -los “residentes mexicanos”, para decirlo con mayor propiedad contable- en el exterior, incluyendo al Banco de México. Y allí las cifras son muy interesantes por lo que ha pasado en los últimos tres años.
El año pasado, 2012, la inversión total de mexicanos en el exterior fue de 58 mil 613 millones de dólares y sólo en los últimos tres años (2010-2012) esta inversión llegó a un monto sin precedentes de 166 mil 370 millones de dólares. Claro que en esta última cifra se incluyen los flujos de reservas internacionales que el Banco de México invirtió en el exterior y que ascendieron a 39 mil 450 millones de dólares.
Poco se ha difundido lo que ocurrió el año pasado en materia de inversiones mexicanas en el exterior. Y es que en 2012 las cifras de inversión directa de empresarios mexicanos fuera de las fronteras fueron históricas; llegó a 25 mil 302 millones de dólares. Esta es la mayor inversión realizada por mexicanos en el exterior en un año. De hecho, este monto es el doble de lo que invirtieron estos empresarios en el extranjero en 2011 (que fue 12 mil 139 millones de dólares), y casi el doble de la inversión extranjera directa que llegó a México en ese año y que fue de 13 mil 431 millones de dólares.
Así que si alguien pensaba que la exportación de capitales mexicanos para inversiones productivas es un asunto anecdótico, está equivocado. Ya en 2012 México se convirtió en el mayor exportador de capitales de América Latina por encima de Brasil y Chile, según los datos de la CEPAL. Una posición que Brasil había dominado en la región.
Pero es en los últimos tres años cuando los empresarios mexicanos salieron a invertir fuerte más allá de nuestras fronteras. Entre 2010 y 2012 esta inversión ascendió a 52 mil 486 millones de dólares, con lo que el saldo histórico de la inversión mexicana directa en el extranjero alcanzó 132 mil 953 millones de dólares.
La exportación de capitales se explica por un puñado de grandes empresas que operan en sectores altamente concentrados en el país, como alimentos (Bimbo) o telecomunicaciones (Telmex y América Móvil), pero también por diversos corporativos con fuerte crecimiento en sectores competidos como Mexichem, Lala, ICA, Elektra-Banco Azteca o Alsea. Pero también el crecimiento de la inversión mexicana en el exterior tiene raíces en la parálisis que vivieron las reformas estructurales durante varios años en México y que limitaron la inversión privada en sectores intensivos en capital.
Así que es probable que con las reformas en marcha veamos en los próximos años una disminución temporal en la exportación de capitales locales, para concentrarse en las oportunidades del mercado interno.