Los jóvenes europeos, en particular los franceses, españoles e italianos, no pueden pensar en su futuro porque su presente lo devora una polilla llamada desempleo. El proceso de destrucción laboral es lento pero constante. De los 14.1 millones de desempleados (6.2 España, 5 Francia y 2.9 Italia), los adolescentes menores de 25 años representan más de 70%; cifra que arroja varias externalidades negativas, siendo la principal la frustración universitaria: ¿para qué estudiar si los sueldos de aquellos que tienen la buena suerte de conseguir trabajo no superan los mil euros (17 mil pesos)? La pregunta puede considerarse utilitarista y agresiva bajo un ángulo cultural, ya que siempre los estudios generarán una segunda piel con la que el ser humano se defiende del clima involucionista independientemente del clima laboral. Es utilitarista desde el enfoque eficiente pues la correlación entre nivel escolar y nivel de ingreso fue implantada en un modelo meritocrático que hoy en día no se está cumpliendo. Sin embargo, el planteamiento del cuestionamiento es necesario para comprender las múltiples expresiones de las cohortes juveniles.

Una segunda externalidad negativa tiene que ver con la desconfianza de los jóvenes hacia los políticos. La popularidad de François Hollande y Mariano Rajoy no supera 30% entre sus respectivas poblaciones, y en Italia, la campaña electoral de hace dos semanas se convirtió en un monumento semiótico del desgobierno, cuyas antípodas fueron cooptadas por Berlusconi y el cómico antipolítico Beppe Grillo; entre ambos se ubicó el candidato de izquierda Bersani, hoy convertido en caricatura por sus propias palabras. Al prometer que su partido no negociaría una alianza de gobierno con el partido de Berlusconi, Bersani desapareció del mapa político porque en efecto, su partido hizo alianza con Berlusconi. Enrico Letta, flamante primer ministro italiano ya ingresó, desde el primer minuto de su gobierno, a una zona de súbito desgaste. La pregunta que se hacen los italianos no es si Letta concluirá los cuatro años de su gobierno; se preguntan por el mes de 2013 o del primer semestre de 2014 en el que habrá nuevo gobierno.

En España, del gobierno del presidente Rajoy salieron voces que diluyeron el cantamañana prometido por el propio presidente: la recuperación económica se retrasará dos años más. Será hasta el 2016 cuando los negativos del PIB desaparezcan. Mientras tanto, el desempleo alcanzó una cifra sin precedentes. Los 6.2 millones que ahora se encuentran buscando empleo, representan 27% de la población española, pero si sólo tomamos en cuenta el desempleo juvenil, supera 57% de las cohortes correspondientes. Es decir, casi seis de cada 10 jóvenes no tienen empleo.

Los jóvenes son la demografía del futuro no tan lejano. Su vitalidad convertida en voluntad es el primer motor de las naciones y su creatividad es el único elemento que asegura la renovación de las ideologías. Si se les abandona, se amputa el futuro.

 

No hace muchos años, los integrantes de la demografía JASP (Jóvenes aunque sobradamente preparados) fueron reconocidos gracias a la publicidad de Renault (en España). Se trataban de universitarios con ingresos anémicos. A pesar de ello, los bancos les otorgaban créditos baratos para comprar automóviles. Hoy, los JASP ya no son sujetos a crédito; anteriormente trabajaban gozosos bajo una relación laboral definida por los outsourcing bajo contratos llamados basura. Hoy, esos contratos también corren peligro. Durante el último año se destruyeron 414 mil contratos basura.

 

Atrás quedaron los JASP, ahora, los jóvenes se han convertido en zombis. Sin futuro, resulta absurdo o esperpéntico hablar de ellos como motor de cambio.

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