Ya quedó claro que el secretario Aurelio Nuño Mayer traía un discurso limitado pero machacón en torno a la reforma educativa, que repitió en cuanto espacio tuvo a su alcance desde que asumió el cargo.
A juicio de los observadores, entre las opciones que el titular de Educación tenía a su alcance para centrar el mensaje principal de su tour mediático estaban, en primer término, explicar a la sociedad en general, no solamente a los maestros, en qué consiste la reforma, cuáles serán los nuevos contenidos de planes y programas de estudio, qué etapas tendrá que cubrir, cuál es la meta por cumplir y el tiempo previsto para culminar ese esfuerzo.
En segundo lugar, el secretario pudo haber explicado las modificaciones administrativas y laborales que traerá consigo la implantación del nuevo modelo educativo, que serán muchas y algunas de ellas de alta complejidad.
Por último -y esta fue la opción elegida por Nuño-, era necesario referirse a los aspectos estrictamente políticos de la reforma, que tienen que ver con la disidencia magisterial, cuyo rostro visible, violento y provocador, es la CNTE, que, contra lo que pudiera suponerse, es un grupo que no ha sido derrotado, por más que el “paro nacional” del magisterio haya quedado por debajo de las expectativas de sus promotores.
En resumen: Aurelio Nuño redujo el tema de la reforma educativa -durante su exposición en los medios- a advertir a los miembros de la CNTE: no habrá negociación para modificar ni una coma de la nueva ley; si los maestros acumulan dos faltas consecutivas sin justificación, esos días se les descontarán de su salario, y si las faltas injustificadas son tres, serán cesados del servicio.
¿Era realmente necesario que el secretario de Educación se dedicara a reiterar esas advertencias a los disidentes? La respuesta es sí, era no solamente necesario sino imprescindible subirle las apuestas a la CNTE, en el caso de que el propósito principal de Nuño haya sido mostrar mano dura y cero tolerancia.
Falta por ver si la táctica surte el efecto deseado, lo cual se demostraría con el regreso masivo a las aulas de los adversarios de la reforma educativa o si, por el contrario, la CNTE mostrará el músculo suficiente para retar a Nuño a proceder sin que le tiemble la mano.
¡Así que…!
AGENDA PREVIA
Imagínese usted que un ujier, después de pasar todos los filtros de vigilancia, le entrega a su secretaria una sospechosa maleta; que la recibe sin averiguar de parte de quién, y eso que tuvo tiempo de cruzar algunas palabras con aquél. Imagínese también que al abrirla descubren que dentro hay muchos fajos de billetes, corbatas y otros “recuerditos” (después se supo que eran más de un millón y medio de pesos) y que la guardan un ratito para que el jefe ordenara qué hacían con ella. Al día siguiente el jefe cita a una conferencia de prensa para que todo México se entere que estaba regresando la lana y con ello dar la imagen de que no es corrupto.
¡Corte!, gritan quienes sospechan que fue un montaje. ¿Será?
¿Quién entiende a José Ángel Gurría?, preguntan hasta los analistas financieros bisoños. Primero “se tira de alfombrita”, regularmente ante funcionarios del gobierno, y dice que a México “le va a ir de pelos” gracias a las reformas estructurales. Después sale con “su batea de babas” y advierte: México no debe cantar victoria ni sentirse satisfecho ante la perspectiva de que la economía mejorará en 2016, porque tiene condiciones sociales y de generación de empleo “más exigentes” que otras naciones del mundo. México está obligado a realizar un esfuerzo adicional, porque tiene 120 millones de habitantes cuya mayoría son jóvenes que van a salir a buscar oportunidades de empleo (y obviamente no las van a encontrar, quiso decir). Y ya encarrerado el ratón, perdón, José Ángel, recordó que los principales retos de México son la informalidad y la desigualdad. Destacó que la educación y el Estado de derecho son cruciales para elevar la productividad del país.
