Si la colonia Condesa de la Ciudad de México se convirtiera en un país, sus principales rasgos serían el geocentrismo, el minimalismo y la progresía. Tres atributos de la globalización; tres perfiles acordes a una demografía global que se desdobla segundo a segundo.
El epicentro fue la cultura. El restaurante y galería La Gloria generó un cúmulo de externalidades positivas que, en su momento, claro, sus dueños y los tertulianos no se imaginaron lo que verían 20 años después.
El geocentrismo es elemento cultural toral para asegurar la tolerancia étnica. En el reciente estudio realizado por el CIDE, “México, las Américas y el mundo” revelan datos aterradores en la materia. El 51% de los mexicanos piensa que los extranjeros debilitan nuestras costumbres y tradiciones. Es decir, en la dialéctica del amo y del esclavo, la cultura mexicana es vulnerable por los extranjeros; 49% de los mexicanos piensa que los extranjeros nos quitan los empleos. No son las capacidades las competencias encargadas de conquistar plazas laborales sino las actas de nacimiento. “La Condesa está repleta de argentinas”; frase arquetípica con la que se revela la aseveración del hurto laboral. Pero lo peor no acaba. El 41% de los mexicanos piensa que los extranjeros generan inseguridad. Nosotros, los mexicanos, somos las víctimas. Ahí tienen el caso de Cassez, a quien muchos “líderes de opinión” reconocían como “la francesa delincuente”, es decir, dejando claro que, por ser extranjera, era hasta cierto punto culpable.
México no es la colonia Condesa. Los guatemaltecos, colombianos, argentinos, cubanos españoles, chinos y estadunidenses son líderes (en ese orden) de la lista de los incómodos. Tres de cada 10 mexicanos tienen una opinión mala/muy mala de ellos.
El minimalismo ornamental es una expresión que se enfrenta al ornamento barroco, chillante y “pachuco”. Si La Gloria generó externalidades positivas en el área gastronómica, Studio Roca (en avenida Ámsterdam) aporta diseño a los interiores de una arquitectura minimalista. En los interiores no es necesario tener obras que alimentan al aspiracionismo como lo hacen los productos industriales de Damien Hirst o los juguetes de “peluche” como los de Koons.
Edificios como La Princesa, de la calle Iztaccíhuatl, abrevan un estilo arquitectónico, sin el toque lúdico de Koolhaas, pero con un ornamento art decó potente y digno de una época de esplendor. Ahí se encuentran acumulados unos de los mejores años de mi vida. Impartía clases en el ITAM y La Princesa me recibía gratamente.
La nueva demografía de la Condesa ha colaborado en hacer de esa zona un especio progre, donde los aires liberales refrescan y disipan la peste etnocéntrica. El componente toral de toda democracia es la visión progre. Ojos de un mundo y no de una sola raza.
La principal reforma por gestionar en el futuro cercano es la Doctrina Estrada. En el ambiente político, 2013 será recordado por el Pacto por México y por la reforma energética. ¿Cómo es posible pensar en un México globalizado con el tóxico cultural que representa la Doctrina Estrada?
Si la colonia Condesa fuera un país, ese país sería geocéntrico. Un país en el que, no sólo se preocuparía por el bienestar de sus vecinos, también llevaría a cabo acciones de mantenimiento de paz.
Por momentos, los paradigmas nos impiden respirar aires de libertad. Sin libertad, la industrialización del pensamiento domina los pensamientos individuales.
A los lectores de 24 HORAS, gracias.
Nos vemos pronto con otro rostro.
Por lo pronto, vacaciones.