Qué tanto se habrá politizado la sucesión en la Secretaría de la Defensa que, en un acto inédito, tuvo que ser el propio general secretario quien llamara al orden a los generales suspirantes a sucederlo en el cargo. Y por lo que dicen los reportes de la prensa, son muchos los militares de cuatro estrellas que estarían haciendo futurismo político en una institución donde la disciplina prohíbe y sanciona las grillas sucesorias.
La reunión del general Guillermo Galván Galván con al menos 24 generales de División, a los que llamó al orden y a evitar especulaciones políticas sobre quién de ellos sería el futuro secretario de la Defensa en el próximo gobierno, tiene que ver con sucesos internos ocurridos en las Fuerzas Armadas que despertaron preocupación y molestia en los altos mandos castrenses y provocaron el inusual llamado del titular de la Defensa.
La situación se enrareció desde la sorpresiva detención del general Tomás Ángeles Dauahare y los demás generales y oficiales que ya fueron formalmente presos en el penal de alta seguridad de Almoloya por sus presuntos vínculos con el Cártel de los Beltrán Leyva. El caso desató dudas en un sector importante del Ejército que aún hoy exige pruebas contundentes de las acusaciones contra los militares de alto rango, más allá del dicho de un testigo protegido. Si ya ese hecho había dejado tenso el ambiente interno en las fuerzas castrenses, lo que vino después le dio forma a una conspiración interna.
La filtración de información confidencial de la Defensa, a la que sólo tienen acceso un reducido círculo de militares de alto rango y personal de puestos estratégicos, hizo que se encendieran los focos rojos en la Secretaría. Cuando en la prensa apareció detalladamente la compra de equipos de espionaje que realizó Sedena por cinco mil millones de pesos a la empresa Security Trackin Services, con todo y los contratos respectivos, fue evidente que la filtración había salido desde adentro.
Luego, pocos días después, se filtró a los medios la propuesta de la Defensa para la adquisición de un avión Boeing 787 a la empresa del mismo nombre con un costo de 750 millones de dólares (casi 10 mil millones de pesos) para ser utilizado por el Presidente de la República en viajes trasatlánticos, lo que lo convertiría en el avión presidencial más caro del mundo, superando tres veces el valor del Air Force One, que utiliza el presidente de los Estados Unidos. Otra vez fue claro que el expediente salió de la propia Defensa.
Fue entonces que desde las más altas esferas militares se ordenó una investigación interna que actualmente se lleva a cabo para encontrar el origen de las filtraciones, que en la Sedena ubican como parte de una “conspiración” ligada a la sucesión en la dependencia. La orden de los altos mandos es ubicar y frenar lo que consideran un acto de traición que puede venir de alguno de los grupos o de los generales interesados en la adelantada disputa sucesoria.
La orden que salió del despacho principal de la Defensa fue tajante: “Encuentren a los conspiradores”.
NOTAS INDISCRETAS… A propósito del avión millonario, en el equipo de Peña Nieto se preguntan qué quiso decir el secretario Alejandro Poiré cuando aseguró que el nuevo avión presidencial sí se va a comprar y que el tema ya es gestionado con el “equipo de transición” para que la compra de la aeronave de 750 millones de dólares la concluya el próximo gobierno. Para empezar, aclaran peñistas de primer nivel, no existe aún un “equipo de transición” y del costoso avión nada saben ni han avalado de aquel lado… El choque el sábado en la Asamblea Nacional del PAN será entre el grupo del presidente Calderón, que tiene mayoría de consejeros, y el resto de corrientes panistas que, a partir del 1 de julio, se han agrupado en torno a Gustavo Madero, que hoy se asume como el líder del anticalderonismo. Con Madero confluyen lo mismo Yunques que creelistas, josefinistas y otras fuerzas panistas que no están conformes con que los calderonistas mantengan el control del partido después de la derrota. De hecho, entre esos consejeros anticalderonistas se insiste en llamar “traidor” al inquilino de Los Pinos... Paran los dados. Serpiente doble. Caída libre.