La profesora Elba Esther, cuyos apellidos no se revelan por su propia seguridad, lleva más de 15 años como interina, impartiendo clases de danza folclórica mexicana en una secundaria del Distrito Federal, a razón de 12 horas diarias, de lunes a viernes, y en ocasiones también algunos sábados. Ella gana alrededor de 4 mil pesos al mes. Jamás ha podido costearse un viaje al extranjero, aunque, por fortuna vive en la casa que le dejó su padre. Suele decir de sí misma que pertenece a la clase social que aprovecha los descuentos en las tiendas departamentales, de modo que tanto la ropa como los accesorios que usa no son precisamente “de marca”.

 

Como ella, existen otras muchas mujeres que, además de ocuparse de sus labores como profesionistas, atienden la triple jornada de las labores domésticas y deben hacer verdaderos milagros para mantener a su familia. La profesora Elba Esther está sindicalizada (de otro modo no podría trabajar en ninguna escuela pública) y le descuentan de su salario: lacuota para el SNTE; otro tanto por el ISSSTE, el Fondo de Ahorro, y un considerable etcétera, de manera que sus percepciones netas llegan bastante mermadas a final del mes.

 

A modo de radiografía, podemos consultar algunas estadísticas respecto a la condición por género que se da en México: Según el INEGI, hay poco más de seis millones de personas de 15 años de edad o más que no saben leer ni escribir. De ese universo, hay seis mujeres por cada 10 personas. Existe un empate técnico de analfabetismo entre hombres y mujeres de 15 a 29 años (1.9% del total absoluto), pero, en rangos de mayor edad la brecha aumenta en detrimento de ellas; así, de 30 a 59 años, que son 6.1% del total, el género femenino ocupa 7.3% contra 4.9% de los varones. Entre las personas de la tercera edad (60 años y más, con 24% del total), las analfabetas representan 28.7% y ellos solamente 19.9% del total. (http://bit.ly/mXyRkD)

 

En cuanto a la inclusión de equidad de género en la política de ciencia y tecnología, en México, un estudio que la doctora Martha Pérez Armendariz publicó en la REDALYC (http://bit.ly/ZmfTyB) revela que tras casi 30 años de activismo e investigaciones de diversas redes de mujeres, “a la fecha el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) aún no reconocen este campo de investigación en México y la Cámara de Diputados y Senadores no han respondido a la propuesta de incluir la perspectiva de género en la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación propuesta por algunos de estos grupos desacelerando el desarrollo de este campo en el país”.

 

En lo que hace la distribución por género de la matrícula en estudios de posgrados, en el portal del Foro Consultivo Científico y Tecnológico (http://bit.ly/13DC7Sc; lámina 11) se puede leer que la tendencia entre 2004 y 2008 se mantenía, en promedio, dentro de un rango de 52% de ocupación masculina y de 48%, femenina. Sin embargo, a partir del 2009 se da una punto de quiebre y las mujeres superan a los hombres con una diferencia de 50.41% contra 49.59%, respectivamente.

 

La profesora Elba Esther ha experimentado en su propia vida estas diferencias y particularmente hoy, que se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, no puede evitar compararse con su pasado: aunque ahora dispone de más oportunidades de desarrollo, le resulta evidente que hay mucho por hacer, no sólo en materia de equidad de género sino también en cuanto a la promoción de una mayor inclusión social y una auténtica democracia sindical.

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