La lucha será sangrienta.
Ya lo es, de hecho.
Marcelo Ebrard y René Bejarano han salido de las sombras del rencor y la impotencia para intentar arrebatar el dominio del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a Los Chuchos, dueños de la nomenklatura amarilla.
En torno suyo han aglutinado a algunas tribus, la más poderosa de ellas Izquierda Democrática Nacional (IDN), para lanzarse desde ahora por la sucesión perredista con un objetivo noble: la independencia de la izquierda.
Una de sus condiciones es romper con el gobierno a través del Pacto por México.
La protesta es contra Los Chuchos,Jesús Ortega y Jesús Zambrano, a quienes Ebrard consideraba compañeros de camino en la búsqueda de la presidencia del partido para, desde ahí, lanzarse en pos de la candidatura presidencial en 2018.
El plan se trazó en 2012.
De acuerdo con él, algunos cuadros chuchistas -Héctor Serrano, Carlos Navarrete- ocuparían posiciones importantes con Miguel Mancera a cambio del apoyo por el liderazgo del PRD.
Pero Ebrard quiso condicionar demasiado a Mancera y limitar el trato de Ortega y Zambrano con el gobierno de Enrique Peña ytodo se vino abajo.
No hay vuelta atrás.
BEJARANO PERDIÓ CONTRA EL PACTO
Con el rompimiento de Miguel Mancera con Marcelo Ebrard cambió el escenario perredista.
Rechazado por el jefe de Gobierno y por Los Chuchos, Ebrard recurrió a René Bejarano, quien en el Consejo Nacional del PRD perdió la pelea para impedir la participación de ese instituto político en el Pacto por México.
Juntos han iniciado la lucha por cambiar el destino perredista y no marchan bien.
En cuanto ellos salieron a exigir el retiro del PRD del Pacto, cuatro gobernadores perredistas -Miguel Mancera, Arturo Núñez, Graco Ramírez y Gabino Cué- reaccionaron con su respaldo a Zambrano y la permanencia en el acuerdo.
El guerrerense Ángel Aguirre no acudió por razones laborales, pero coincide con ellos y también apoya las reformas energética y hacendaria.
En ese ambiente, Ebrard lanzará este fin de semana su candidatura a la presidencia del PRD y dejará el escenario listo para el duelo anunciado aquí hace semanas: se enfrentará a Carlos Navarrete.
Lleva las de perder, como perdió cuando pidió un debate al presidente Enrique Peña.
Ya no tiene, como supuso alguna vez, el apoyo de Mancera y éste prefiere jugar sus propias cartas y acercarse más a Los Chuchos porque son conciliadores y tienen el control de los órganos perredistas.
De cualquier manera, a esta pelea le quedan muchos capítulos.
EL MAL PLAN DE CORDERO Y BARBOSA
1.- El panista Ernesto Cordero y el perredista Miguel Barbosa confunden temas en su reforma política.
Acompañados en la presentación por otros senadores como Roberto Gil, meten al mismo costal topes de campaña con dispendio de gobiernos en propaganda, ejercicio de réplica, prerrogativas para candidaturas independientes y otras reglas.
No reparan: el objetivo de los panistas es marcar su aversión al Pacto y sus diferencias con Gustavo Madero.
Es decir, otra vez las reformas como estrategia de golpeteo político y no como propuestas en beneficio del interés general.
Y 2.- uno a uno los gobernadores priistas victoriosos llevan sus cuentas electorales a la cúpula del poder y del PRI en busca de reconocimientos.
Entre ellos destacan dos a quienes se les preveía perdedores, el veracruzano Javier Duarte y el coahuilense Rubén Moreira.
Los dos rindieron informes en cuanto tuvieron cifras al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y al presidente del PRI, César Camacho Solís, y los dos acaban de ser felicitados.
Ambos mantienen el control de sus respectivos congresos y los principales municipios, aunque no salieron indemnes: Duarte cedió Boca del Río y Moreira Saltillo, Monclova y Acuña.
Tal vez esas victorias de la oposición sean la clave para no tener mayores problemas postelectorales.