No hay chambelanes ni vestidos confeccionados por el merenguero de Sanborns; no se trata de los famosos puntos de inflexión de cohortes de jóvenes que depuran comportamientos infantiles para entregarse a los brazos de la adolescencia: se trata de una biotécnica que se suma al organismo humano como si de un riñón se tratara. Siguiendo el concepto orteguiano de “generación”, los 15 años de Google ya conforman la primera generación de la era del metaconocimiento. En efecto, si en el último cuarto del siglo pasado David Ricardo revivió, gracias al libre comercio, en particular a la conveniencia de aprovechar las externalidades positivas (los efectos metaconstitucionales removieron el lastre de los nacionalismos de caverna), la hoy quinceañera revolucionó al conocimiento. Si el planeta Tierra empequeñeció, la lógica de la biotécnica googleana se implantó en la necesidad de dar respuestas en tiempo real.
“El hombre que carece de la vista se convierte en una metáfora para el empirismo radical, para el pensamiento racional, oscurecido paradójicamente por el deslumbrante mundo de la visión y el trabajo, engañosamente simple y escrito en tono de conversación”, escribe Philipp Blom en su ensayo Encyclopédie, El triunfo de la razón en tiempos irracionales (Anagrama), de imprescindible lectura. La analogía de Diderot, D’Alembert y Rousseau con Larry Page y Sergey Brin no es descabellada. En la hermenéutica del conocimiento se fusionan. La Encyclopédie no necesariamente es la enciclopedia que conocemos en el siglo XXI. En la primera se asimila el empirismo que liberó a la sociedad del oscurantismo patético (más preguntas inteligentes que ayudan a disolver respuestas estúpidas). En la enciclopedia encontramos más respuestas que preguntas, y algo más, ha sido rebasada por los algoritmos de Page y Brian (podríamos agregar el apellido Bezos por inventar el algoritmo Amazon).
Entre las Garantías Individuales de Google se encuentra su misión de vida: “Seguir pensando cómo mejorar la vida de la gente”. Ojo, la calidad de vida se vincula con la revelación de datos que se encargan de desmontar a la cotidiana ignorancia: ¿qué medicinas destrozan los riñones? ¿Cuál es la fórmula del marketing? ¿Cuáles son los pases mágicos en las tasas de interés bancarias? ¿Qué fondo de inversión se correlaciona con la apertura de psiquiátricos? ¿Qué fotografías posteadas en Instagram revelan el botox de los actores?
Como se puede vislumbrar, el fin de la retórica se acerca. La era de los metadatos ha montado una atmósfera minimalista en la que todo discurso maximalista será proclive a la asfixia. En la hermenéutica de Google no existen secretos, existen vínculos. Y sabemos que los vínculos recrean los nuevos capítulos de la tecno realidad (antes llamados reality shows).
Los sobrevivientes de los cracks financieros por venir se encuentran en Nasdaq, el club metainteligente de las finanzas globales. El dos veces metainteligente es Google. Entendió que en el nuevo capítulo del mundo feliz huxleiano, triunfaría el que desdoblara, a costo 0, el sistema operativo para que, hacia el 2025, comenzara a cobrar a todo aquel que requiera sobrevivir en la atmósfera metainteligente. Algunos no lo entendieron. Steve Jobs, por ejemplo, pensó el valor exclusivo (VE) se obtiene a través de la siguiente ecuación: VE= discrecionalidad+lujo. Google apostó por el gobierno de los oclócratas (masa) en un mundo intangible. Hoy sabemos que tiene competidores por todos lados: Apple en dispositivos móviles y en música; Microsoft en la gestión de contenidos; Facebook en redes sociales; y en comercio electrónico, Amazon.
En la oclocracia, Google se desempeña como lobista de lujo: lo mismo negocia con el gobierno francés el mantenimiento de oxígeno, con subsidios, al sector de la prensa y de revistas, que con el alemán su recorrido sin peajes en street view.
En la transición no nos hemos percatado que el Android ya dejó atrás a los neandertales y cromañones. Pero el ser humano se niega a aceptarlo, aunque sus conversaciones, ya formen parte de una base de datos, tan secreta como vendible.
Feliz aniversario.