Varios hechos recientes han probado cómo México es más cada vez una nación al borde del descaro (esto es, perder la cara); de la disolución (esto es disolverse, diluirse, difuminarse) ceder sus rasgos distintivos, y alguna vez definitivos (el idioma, la cultura) por la alegre adopción de un pragmatismo inevitable originado en el subdesarrollo crónico cuya evolución política forma un arco de la resignación a la admisión y después al júbilo por saberse o creerse parte de otras formas de organización, otros estilos, otras instituciones supranacionales.

 

Ya somos, pero no somos.

Más allá del lamentable espectáculo de los presidentes angloparlantes, lingüística y políticamente domesticados (del doctor Ernesto Zedillo para acá), en México se ha desarrollado de manera sistemática e irreversible el anhelo mimético hacia la cultura americana. El último argumento de todos nuestros “intelectuales” en cualquier foro, mesa redonda o conferencia, es el ejemplo de cómo se hacen las cosas allá.

 

A la par del desmantelamiento del Estado, cuya fuerza motora se convirtió en un mazacote desde el cual se administran negocios, concesiones, prebendas y se fracasa en el dominio pleno del territorio, la economía y sobre todo la seguridad interna, se ha construido un alto edificio de justificaciones en el cual nacionalismo, soberanía, identidad, orgullo patrio y demás expresiones, son evidencia de atraso y anacronismo. Hablar de soberanía es perder una polémica.

 

Otra muletilla de los promotores del neoliberalismo es negar la viabilidad de un concepto por su origen en la palabrería de los años setenta del siglo pasado.

 

—Esas, dicen, son ideas superadas, como si se tratara de carreras de caballos.

 

El primero y más notable de los casos recientes es la explotación conjunta de los recursos petroleros comunes en el golfo de México. El acuerdo (sobre los Yacimientos Transfronterizos de Hidrocarburos en el Golfo de México) que fue firmado a fines del mes pasado como aperitivo meritorio ante la reunión cercana del G-20, no representa un tratado bilateral sino una concesión. La insuperable ventaja tecnológica de los Estados Unidos en esta y cualquier materia, nos convertirá necesariamente en dependientes y cuando mucho rentistas de nuestros mantos.

 

Ellos decidirán dónde, cómo, cuándo y en el juego del reparto se llevarán la mayor parte. México recibirá, si recibe, gotas de petróleo mientras ellos succionan barriles por millones.

 

Y la curación en salud y el origen de la estrategia de explotación, no se hacen esperar y confirman la certeza de la enfermedad. Esto dijo el secretario del Interior de los Estados Unidos de América, Kenneth Salazar, el pasado 20 de febrero en Los Cabos, territorio nacional prácticamente concesionado a los EU.

 

“…El Acuerdo, también, dispone las inspecciones conjuntas de instalaciones que están desarrollando estos yacimientos transfronterizos para garantizar que estas actividades se realicen de manera segura y que se realicen de cumplimiento con las leyes en vigor.

 

“Para los Estados Unidos este acuerdo nos permite ampliar responsablemente nuestro desarrollo de hidrocarburos en el Golfo de México. Prácticamente una tercera parte de la energía que se produce en Estados Unidos proviene de esta región.

 

“Las compañías estadunidenses podrán avanzar con mayor certidumbre seguridad jurídica para desarrollar y producir estos recursos”. Pues sí, es un asunto de las compañías estadunidenses.

 

Y más:

“Nosotros en Estados Unidos, en los últimos años, hemos realizado cambios importantes, en la reforma de los sistemas reglamentarios. Hemos fortalecido y elevado las normas para seguridad y protección ambiental bajo la Oficina de Seguridad y Observancia Ambiental.

 

“Vamos a revisar cada plan para desarrollar estos yacimientos transfronterizos, para garantizar que las medidas de seguridad, como los planes para los derrames petroleros, y las respuestas a crisis y contención de derrames sean ejecutables”.

 

Como todos sabemos, los peores momentos de la explotación petrolera en profundidades marinas considerables, ocurrieron por la negligencia de Brtitish Petroleum hace relativamente poco tiempo. Pero ahora ellos (habría dicho Zedillo), saben cómo hacerlo; para vivir mejor (habría dicho Calderón). Sólo ellos. Nosotros en eso ni pintamos.

 

En esas condiciones las palabras de la señora Patricia Espinosa no sólo son tan vagas e inertes como suelen serlo, sino pronunciadas para confortar a los visitantes:

 

“…este acuerdo es un ejemplo de la nueva etapa en las relaciones bilaterales que han impulsado el presidente Calderón y el presidente Obama. Bajo su liderazgo, hemos avanzado en la consolidación de una relación bilateral, basada en los principios de responsabilidad compartida, confianza mutua (¿como F&F?) y la plena observancia del derecho internacional (¿con la frontera sellada y cercada?)

 

“Este enfoque de nuestra cooperación, parte del reconocimiento de los profundos vínculos históricos y de la estrecha interrelación en la vida diaria de millones de mexicanos y estadunidenses.

 

“Nos ha permitido reforzar la colaboración para incrementar la competitividad regional y generar empleos en ambos países. Por ejemplo, a través de la modernización de la infraestructura fronteriza (trescientos mil deportados anualmente os contemplan)”.

 

Pero la globalización no se reduce a la sumisión ante la potencia global.

 

Nos ofrece otros rostros.

Por ejemplo, la ilusión de formar parte del poder “supraestatal” más grande del planeta, el Fondo Monetario Internacional.

El pasado jueves, en medio de un intenso debate, el Senado de la República aprobó el aumento de la cuota mexicana al FMI. Para su funcionamiento los mexicanos vamos a ponerle 14 mil millones de dólares.

 

—¿Eso es mucho o es poco?

— Pues con 175 mil millones de pesos se podrían construir muchas estelas de luz. Una en cada estado de la república, por ejemplo, y sobraría. Quedaría dinero para la operación entera de las secretarías de la Defensa, Desarrollo Social y Seguridad Pública, por dar solamente un comparativo. Y si alguna cuenta chica por ahí se me ha quedado, (como dice el tango), se les podría regalar un taco a los pobres tarahumaras.

 

Pero el asunto no es si tenemos dinero para entregarlo a las organizaciones internacionales, cuando hace un par de años por razones presupuestarias la cancillería cerró la oficina en la Unesco y confinó la atención de esos asuntos a un pequeño despacho dentro de la embajada en París, por ejemplo. El tema central es si necesitamos este candelabro callejero en plena oscuridad nacional.

 

Se aduce como beneficio para México su amplitud decisoria en las políticas del FMI pero el senador Pablo Gómez probó la debilidad de ese argumento. Nuestro voto subirá de peso. De 1.47 a 1.87. Esa anemia no le sirve a nadie excepto al fondo mismo. Tienen el dinero y la voz para callar al intruso nuevo rico o pobre con ilusiones de nuevo rico.

 

Estos son solo dos ejemplos.

Podríamos mencionar las nuevas formas de contratación laboral a los cuales aspiran las reformas “inaplazables”; el comportamiento fiscal, la liberalización comercial siempre a favor de ellos, el “tratadismo” entre desiguales con fantasías de igualdad y la creciente presión para integrarse de manera absoluta y definitiva al Comando Norte del Pentágono. La dependencia militar hacia los Estados Unidos, tanto en la Marina Armada como en el Ejército no sólo es total sino garantiza la estabilidad de su intervencionismo diplomático, energético y financiero.

 

CARPIZO

 

A mi correo, como a muchos otros, llegó un boletín de prensa de Jorge Carpizo (jcmjur@unam.mx). Las primeras letras de esa dirección son las iniciales del ex rector. Las tres finales, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad, creo.

 

“Le anexo dos documentos: un boletín y la demanda que presenté en contra de Random House Mondadori y la periodista Anabel Hernández.

 

“Mucho le agradecería si los pudiera leer. Considero que la demanda no es sólo importante para mí, sino para la realización de verdaderas investigaciones periodísticas que busquen la verdad, con profesionalismo y con ética.

 

“Reciba un fuerte abrazo. Jorge Carpizo.

 

Más allá de una revisión del caso, llama la atención la ignorancia oficial de este asunto por parte de la interesada, Anabel Hernández, quien ha dicho (José Cárdenas informa), no sé nada de esto. No he sido notificada. La demanda, por daño moral, tiene fecha del diez de enero.

 

“Quiero señalar a Usted, su Señoría, dice Carpizo, que el libro en cuestión de la C. Anabel Hernández García (Los señores del narco) se encuentra repleto de muy graves imputaciones a diversas personas. Al respecto manifiesto a Usted que este ocurso lo circunscribo a algunas de las falsas imputaciones que hace a mi persona en virtud de que las otras imputaciones a diversos individuos me son completamente ajenas y no tengo la menor idea sobre su veracidad. Es decir, en relación con ellas no me pronuncio en ningún sentido por falta de elementos”.

 

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