Hoy la Ciudad de México atraviesa por una búsqueda de mejoras continuas, desde diferentes aristas y ámbitos, en los que la ciudadanía converge y que le permitirán desarrollar sus actividades. En esta coyuntura, la claridad de la demanda social cobra mayores certezas: la sociedad se transforma y se involucra, la sociedad exige más y mejores resultados desde nuevos ángulos.

 

Para los gobiernos el reto es encontrar la satisfacción y la representación de los intereses ciudadanos, destacando que nuestra sociedad es diversa y compleja. En este sentido, el Gobierno deberá realizar políticas a través de la formulación de los problemas públicos, la cual es una construcción social en la que intervienen una gran diversidad de actores. Un problema se vuelve tal en la medida en que exista o se perciba alguna necesidad.

 

En ello está el nuevo reto del Estado mismo, en la capacidad de vincular a las personas con las acciones de gobierno, a hacerlas suyas y garantizar resultados. Los gobiernos deberán tener amplias capacidades para entender el rechazo, inhibir el encono, sumar y orientar las voluntades en el esfuerzo cotidiano de la mejora social. No debemos claudicar en esta lucha constante por la búsqueda del bien común.

 

Asimismo debemos considerar que el gobierno, al diseñar e implementar una política pública hacia la sociedad, ésta estará innegablemente vinculada al espacio público; esto implica un curso de acción gubernamental que debe optar por una alternativa, de entre varias, a partir de razones y argumentos que demuestren su factibilidad.

 

En materia de seguridad, la relación entre los órganos encargados del orden y los intereses ciudadanos dará como resultado una nueva lógica en la relación. La concepción fundamental es que el enemigo común de la sociedad y las áreas encargadas de la seguridad pública es y será exclusivamente la delincuencia, misma que tendrá que combatirse denodada y contundentemente, evitando sus actos de manera preventiva, pero reaccionando legítimamente cuando se presente un ilícito.

 

La relación comunidad-autoridad debe ser cotidiana, pero sobretodo debe sustentarse en el respeto mutuo. Nuestra ciudad es ejemplo de habitabilidad en la coincidencia de expresiones y respeto; es, sin duda, una urbe marcada por una gran cantidad de habitantes y población flotante. En ella, la seguridad pública se convierte en un factor que permite el normal desarrollo y desenvolvimiento de cualesquier actividad o tarea legítima.

 

A partir de este contexto, en la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México tenemos nuevas directrices, como es contar con una policía en defensa de la sociedad, una policía que analiza y reconoce las necesidades de la ciudadanía, y que establece la visión cifra cero de delitos, es decir, que busca inhibir los hechos delictivos de alto impacto que laceran mayormente a las personas. Asimismo, trabajamos con personal mejor capacitado y vinculado a la tecnología, con mayores márgenes de estrategia en la inteligencia y la táctica de la misión policial. Somos una policía social compuesta por más de ochenta mil elementos, que en su correcto actuar tendrán como único objetivo la defensa de los intereses de nuestra sociedad.

 

La policía es la fórmula de atención a los problemas contra el único enemigo en común: la delincuencia, con base en resultados, legalidad y respeto. Esto es parte de ser una “Policía Social”, que está consciente de que las necesidades de seguridad pública son muy diversas en cada entorno territorial de esta gran megalópolis.

 

*Secretario de Seguridad Pública  de la Ciudad de México