¿Gobierna Nicolás Maduro o Diosdado Cabello? Por lo sucedido la noche del miércoles, comprobamos que el auténtico presidente es el presidente de la Asamblea Nacional, el subteniente militar Diosdado.
Uno habla con Chávez a través de pájaros y el otro maquina disparos; uno forma el dueto musical con Juan Gabriel y el otro organiza grupos de choque.
Así son Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
El primer capítulo negro de la historia de Venezuela después de Chávez revela la ausencia de estrategias de inteligencia provenientes del presidente Nicolás Maduro. A la interrogante que subyace en el intelectual colectivo venezolano, ¿por qué la represión?, se acumulan una serie de errores gubernamentales que revelan a un presidente sin oficio.
El primero de ellos es el control de la información en tiempos de las redes sociales: casi imposible. Así lo atestiguó @escualidoreload cuyo nombre es Robert Redman. Mientras que Maduro descolgaba el teléfono para exigirle a las plataformas digitales DirecTV y Movistar que sacaran del aire la señal de noticias colombiana NTN24, Redman escribió varios tuits para descargar responsabilidades respecto a lo que él mismo observaba en las calles de Caracas. Después de que Redman ayudara a trasladar a un herido de muerte a una ambulancia, falleció en medio de la trifulca. Pero su testimonio bien podría incluirse en el dictamen de un premio periodístico.
¿Por qué el gobierno de Maduro decide sacar del aire al canal de noticias que transmitía en directo el choque entre manifestantes frente a la policía, si como dice el propio presidente, todo fue orquestado por enemigos fascistas? ¿No hubiera sido mejor que la propia transmisión del canal colombiano sirviera como una prueba de la policía gubernamental para demostrar que los enemigos de la derecha intentaban golpear al gobierno? La realidad es que la estrategia de la cabeza militar, Diosdado Cabello, que se implementó la noche del miércoles fue articulada en el siglo pasado y teatralizada al inicio del siglo XXI por el entonces presidente Hugo Chávez. Por las calles de algunos municipios de Caracas se pudieron observar a los ya famosos, por reconocidos, motociclistas que, vestidos de civil, portan armas para soltar de vez en vez alguna bala al aire.
Detrás de las acciones locuaces de Maduro no se esconde absolutamente el mínimo oficio político. Maduro es un mal actor que intenta leer el guión que le dejó su antecesor. El problema es que Chávez no dedicó su tiempo a fortalecer a las instituciones de Estado, lo que hizo fue construir alrededor de su persona el icono bolivariano que siempre lucha y salva a los venezolanos de las garras estadunidenses.
En Venezuela, se sabe que Diosdado es el hombre a quien le sobra poder. Y lo dicen los propios chavistas. Su amistad con Rafael Ramírez, presidente de la industria petrolera venezolana, lo ha llevado a perder el piso. Conforme la enfermedad de Chávez avanzaba, la disputa por la sucesión, entre Maduro y Cabello, hacía lo mismo. Hugo Chávez tuvo que dejar testimonio mediático para dirigir su dedo en dirección de Maduro. Campechano, Maduro se encargaría de leer discursos y Cabello de controlar la seguridad del país… desde la Asamblea Nacional. El propio Diosdado supo que la vulnerabilidad política de Maduro, lo convertiría a él en el hombre fuerte de Venezuela.
Al parecer, así sucederá a partir de ya. Diosdado ha llamado en reiteradas ocasiones al opositor Capriles “asesino fascista”; al parecer, los códigos lingüísticos heredados por Chávez, se convierten en caricaturas ramplonas en voces de figuras diminutas. En un artículo escrito por Rubén de Mayo en El Universal de Caracas (13 de febrero), recuerda el número de ocasiones que mencionó la palabra “odio” en uno de sus discursos habituales: 15 veces. De Mayo se pregunta si el presidente de la Asamblea Nacional debe de apelar al odio al encabezar las sesiones.
El problema de Venezuela es la impostura de roles; uno que constitucionalmente se asume como presidente pero que carece de liderazgo para sortear, por ejemplo, la crisis económica de su país; y otro que preside la Asamblea Nacional (Congreso) pero que, en realidad, gestiona sus múltiples poderes, uno de ellos, el militar.