De Xochimilco traemos agua a la Ciudad de México y lo estamos dejando seco.
De hecho, de no ser porque la planta de tratamiento del Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, todos los días le inyecta agua, los canales históricos estarían muertos.
Además del agua tratada los canales reciben las descargas de drenajes pluviales y sanitarios que llegan de los pueblos y colonias que rodean la zona.
El rostro turístico es el lado amable de Xochimilco. Quien se introduce a las colonias observan la realidad.
En Marzo pasado, publiqué en el diario El Financiero un reportaje en el que mencionaba un censo realizado por al Secretaría de Ciencia Tecnología e Innovación del DF en el que se contabilizaron 2 mil descargas de aguas negras y grises que contaminan todos los días los canales.
Recorrí parte de los canales para ubicar esas descargas y conocí tramos en donde sólo hay basura y lodo podrido.
Los plantíos de hortalizas son regados con agua cuyo olor a drenaje apenas se soporta; un ambiente en el que miles de moscas posan sobre las aguas negras.
Algunas de esas descargas fueron instaladas por las propias autoridades para dar salida al drenaje de los asentamientos, que primero fueron irregulares, y posteriormente legalizados. Siempre impulsados por organizaciones políticas que después se convirtieron en gobierno delegacional.
Según ese informe, de esas 2 mil descargas, mil 373 son visibles, las otras se encuentran bajo el espejo de agua y no se alcanzan a observar.
La tragedia
Ya de por sí esa situación es una tragedia. Pero esta se agravó. El 30 de diciembre, una obra de la Comisión Federal de Electricidad rompió el tubo que abastece la planta de tratamiento del Cerro de la Estrella.
A partir de ese momento comenzó a registrarse la reducción del nivel de agua hasta alrededor de 40 centímetros en algunas zonas. Los productores agrícolas ven secar sus productos; los de plantas comienzan a racionar el líquido y para las embarcaciones turísticas es cada vez más difícil desplazarse. Quienes viven de estos históricos canales se encuentran en un momento de emergencia.
Desde el porfiriato
Cuando el hijo de Porfirio Díaz inició la construcción de la Colonia Condesa, allá por 1902, se requirió traer agua potable desde Xochimilco, para lo cual se construyó un acueducto, que todavía puede ser rastreado por las lumbreras que se observan desde esa delegación, por Calzada de Tlalpan y División del Norte hasta llegar a La Condesa.
Esa medida, así como la urbanización de zonas de recarga de los acuíferos, y más aún de zonas cercanas al canal e, incluso la construcción de vivienda sobre las chinampas, provocó lo que hoy es una crisis ambiental que parece irreversible.
Para algunos especialistas la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, se encuentra con alfileres. Si la gente de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura visitara más allá de los canales, y observara el desastre ambiental, seguramente ya hubiera retirado el nombramiento.
El dato
Esta semana la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación local inauguraría un sistema de inyección de agua tratada, proveniente de la planta de tratamiento de Milpa Alta que funciona a través de lodos activados, pero el acto se suspendió.
Al parecer se advirtió un riesgo: hay mucha molestia entre la gente porque no se ha arreglado la planta del Cerro de la Estrella, la cual es fundamental y es prácticamente la que da vida a los canales.