A algunos artistas se les olvida que la prensa es el enlace entre ellos y el público, y que pocos son los que no necesitan promoción o publicidad para vender discos o shows sólo por su gran nombre, aunque en algún momento de su carrera utilizaron a los medios para que hablaran de ellos. Cabe aclarar que aun cuando sean famosos, si estrenan un disco requieren difusión y aunque no acudan a las entrevistas, su casa discográfica manda los CD para que se toquen y se hable de ellos.

 

Un ejemplo es Juan Gabriel, quien mientras labró su camino se presentaba a cantar en los programas y daba entrevistas. Conforme su fama creció se fue alejando, y actualmente ya no quiere hablar con la prensa porque no quiere preguntas incómodas o dolorosas, a pesar que de unos años para acá todo lo que se dice de él es bueno.

 

 

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Hay casos como el de Guillermo García Cantú o Rafael Sánchez Navarro, quienes ya no desean dar entrevistas. Guillermo dice que le dan muchos nervios y le sudanlas manos, mientras que a Rafael le parece una pérdida de tiempo.

 

Este viernes pasado, Lupillo Rivera huyó de los medios que querían entrevistarlo en un centro comercial y se armó tremendo alboroto. Siempre he pensado que si se detienen a platicar con los reporteros no ensuciarían su imagen, dejarían la prepotencia a un lado y ganarían mayor respeto y cariño de la prensa y el público.

 

Correr nunca suma puntos, a menos que estuvieran en medio de un peligro extremo, pero por lo general sólo buscan huir para no enfrentar a los reporteros incómodos.

 

No sé si falta paciencia o inteligencia por parte de los famosos. Una y otra vez se ha dicho que se pueden hacer todo tipo de preguntas y ellos pueden contestar lo que quieran; una interrogante se puede evadir, darle la vuelta o encaminarla hacia lo que el artista quiera transmitir. No es nada complicado. También sabemos que hay algunos reporteros irrespetuosos que buscan hacer enojar al artista y de ahí lograr una nota, pero si el artista pierde el control cede el poder al otro. Es cuestión de acomodarse del lado que mejor les convenga.

 

De igual manera, llama la atención cuando acuden a las entrevistas a promocionar una obra de teatro, telenovela o película. Ppocos artistas saben vender su producto, y me encanta cuando los implicados hablan con pasión y describen su trabajo tan bien que se antoja ir a disfrutar de su actuación. Pero otros van con flojera y desgano, obligados por los productores. Lo peor es cuando, en un corte comercial, aseguran que su proyecto es malo y no les gustó. ¿Entonces para qué lo promueven? Si no están convencidos de su labor sería mejor callar y no señalar que el productor se equivocó, pero que ellos dieron el ciento por ciento y el resultado del producto final no es su responsabilidad.

 

En todos los ámbitos hay personas sin educación, pero cuando tu profesión es pública y puede ser criticada hay que asumir el riesgo y saber canalizar las opiniones. Siendo actores hay emociones que podrían disimular y simplemente lucir radiantes. Fórmula sencilla que parece complicársele a casi todas las estrellas, y yo me pregunto: ¿qué harán el día que salgan a la calle y nadie se fije en ellos?

 

Hay más..., pero hasta ahí les cuento.