Si la crisis económica alteró de manera significativa el plan de Gobierno del presidente Mariano Rajoy respecto a lo que prometió en su campaña –por ejemplo, no incrementar impuestos, situación que no cumplió-, la corrupción política, que ya le llegó al cuello, también alterará el rumbo de su gobierno. No hay esperanza de vida política sin la confianza de la sociedad.
Desde 1997 hasta 2008, el hoy presidente de España recibió 25,200 euros grises (no se sabe si son blancos o negros) anuales, es decir, 4.7 millones de pesos acumulados (los primeros cinco años en pesetas y posteriormente en moneda europea) sin declarar a Hacienda, producto de donaciones y transferencias de empresarios inmersos en varios sectores, en particular, los de construcción y autoservicios. Empresas como OHL, Sacyr Vallehermoso y Mercadona, hicieron una costumbre la de entregar al tesorero del Partido Popular (PP), Luis Bárcenas, dinero para el disfrute de los integrantes de la cúpula partidista. La correlación resulta ser perversa porque en el sector de la construcción se incubó la terrible crisis económica que se vive en España. Al momento, entre 1.5 y 2 millones de departamentos nuevos no se han vendido.
La corrupción es un anatema para los políticos. Se niegan a colocar cercos porque muy probablemente no saldrían de ellos. No se trata de una escena con efectos especiales; es, una compleja estructura saturada de incentivos obscuros que se presentan en sus carreras políticas.
Un día antes de que el periódico El País publicara copias de archivos de control de Bárcenas, Rajoy acudió al Congreso y evadió cualquier comentario sobre la sucia gestión del tesorero que estuvo 20 años en el cargo. Alfredo Pérez Rubalcaba, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) le pidió “contundencia, celeridad y ejemplaridad” contra la corrupción, a lo que el presidente Rajoy respondió: “Estoy de acuerdo en lo que usted ha dicho respecto a la corrupción y no se me ocurre otra cosa que hacerle la misma recomendación que me ha hecho usted a mí” (El País, 31 de enero). Unas horas después, Rajoy, no podría responderle a Rubalcaba con las mismas palabras.
Lo que pareció un caso anecdótico de trajes y bigotes en Valencia, Madrid y en la comunidad de Galicia (el llamado caso Gürtel fue revelado por la investigación judicial que en su momento realizara el juez Baltasar Garzón), comienza a tomar color de veneno político. Garzón reveló hace algunos años que el empresario Francisco Correa, Álvaro Pérez (el bigotes), Pablo Crespo y Antoine Sánchez lograron penetrar la estructura del PP a través de sobornos a políticos con el objetivo de ganar concursos sobre la organización de eventos electorales.
Garzón fue suspendido del Supremo, entre otros motivos, por haber prevaricado al intervenir los teléfonos de los implicados en el caso Gürtel, incluido el presidente valenciano, Francisco Camps. Pero el caso no se archivó.
Al inicio de su gobierno, Mariano Rajoy preparó un plan de amnistía fiscal dirigido a los morosos. Ahora, Luis Bárcenas se acoge al programa después de que un juez revelara que en Suiza posee una cuenta con 22 millones de euros negros (374 millones de pesos no declarados ante el fisco español). ¿Decreto a la medida?
Las presiones judicial, política y mediática arrinconan al PP. El cinismo es una virtud en nuestros tiempos. Bárcenas renunció al PP hace poco más de un año pero, hasta hace algunos días, entraba a la sede del partido en Madrid como si continuara laborando en ella. En nueve cajas se encontraron las huellas de lo que parecía un ejercicio cotidiano: entregar sobres con dinero a las figuras del partido. El periódico El Mundo, fue quien destapó el caso de la cuenta en Suiza de Bárcenas y la entrega de sobres a ejecutivos del partido (aunque le dio un trato preferencial a Rajoy; su director Pedro J Ramírez, subraya que fue el propio Rajoy, cuando ocupó la presidencia del partido, quien decidió rechazar los sobres). Por lo que reveló El País, el golpe de corrupción hormiga se puede revertir al hoy presidente. En la relación de entregas del dinero en poder de Luís Bárcenas, el nombre de Rajoy aparece como “Mariano”; otras veces como “M.R.” y algunas como “M.Raj”. Los conceptos de la doble nómina pueden considerarse como ridículos. Por ejemplo, en 2006, se le entregaron a Rajoy 9,100 euros (154,700 pesos) para la compra de trajes y 667 euros (11,339 pesos) para corbatas. Lo menos importante del caso son las cifras; lo relevante son los nombres de empresas que aportaron el dinero.
La lista de beneficiados de la corrupción hormiga incluye a políticos que formaron parte del gabinete de José María Aznar, como son Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas, Jaime Mayor Oreja y Rodrigo Rato. Por supuesto que las referencias “J.M.” se refieren al propio Aznar.
Nunca antes la palabra donación resultó ser un eufemismo tan absurdo de corrupción hormiga. Todos los implicados niegan haber recibido el dinero. Muchos sostendrán que Bárcenas se lo robó y forma parte de lo abonado en su cuenta en Suiza; dirán que 4.7 millones son un pelo de gato si los contextualizamos al nivel político de Mariano Rajoy, pero lo que no cabe la menor duda es que la trama Gürtel cimbró las estructuras morales del partido.
Rajoy negará absolutamente todo, y si es necesario, señalará a Bárcenas como el creador del montaje. La ruta del dinero no es difícil de seguir y menos, cuando Bárcenas actuó con torpeza al tener archivado las referencias del dinero gris.
Rajoy lleva 13 meses al frente del gobierno español. En realidad parecen dos legislaturas, ocho años. En el ambiente flota una espesa nube de decepción entre la ciudadanía. Los 6 millones de desempleados, el recorte de servicios médicos, la eclosión de impuestos, el enfrentamiento con el gobierno catalán, el polémico salvamento de la banca, la incertidumbre sobre el posible rescate de la Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional, y ahora el escalamiento de la trama Gürtel hasta la Moncloa, representan un conjunto de variables complejas en el entorno del presidente Mariano Rajoy. La confianza, el único activo que un político puede usar para convencer a los integrantes de la sociedad ya no es aliada de Rajoy.
Sobre el financiamiento ilícito de los partidos políticos lo conoce muy bien Felipe González. La creación de empresas fantasmas, como Filesa, representó para la credibilidad de González, uno de los golpes más duros (el otro golpe fue el financiamiento que con dinero público, el gobierno de González, utilizó para crear al Grupo Antiterrorista de Liberación, célula encargada de asesinar a etarras) que terminaron por desgastar al entonces presidente socialista. ¡Váyase señor González!, decía en aquél entonces el joven entusiasta, líder del PP, José María Aznar. Unos años después el PSOE tendrá la oportunidad de pedirle a Rajoy su dimisión.
Aquella frase propagandística que utilizó González en alguna ocasión, “España en positivo”, tendrá que ser reciclada en los grupos de enfoque de los partidos. La España en negativo está debilitando al país.
La debilitada imagen del rey Juan Carlos no le ayuda al país. Abdicar o no, es la pregunta que se hace el príncipe Felipe.
Lo único que faltaba lo reveló Sara Carbonero: el equipo Real Madrid está dividido.