Al gobernador interino de Michoacán, Jesús Reyna García, habría que explicarle cuál es el estado de la república que gobierna, cuáles son sus particularidades y la magnitud de los problemas que sufre la entidad de un tiempo a esta parte. No lo sabe.
Y son muchos años ya: El 11 de diciembre de 2006 comenzó ahí la guerra de Felipe Calderón, y ya se decía que ahí “la situación es insostenible” y se dio el banderazo de salida para que fuerzas del orden pusieran orden. Sí. Pero no. Todo empeoró.
¿Por qué le cayó el mal de ojo a Michoacán? Muy sencillo. Error humano, que se dice: todo histórico, pero incrementado aún más en los 21 años recientes, a partir del gobierno de Ausencio Chávez Hernández en 1992: desidia; ingobernabilidad; desorden; corrupción; falta de desarrollo; falta de trabajo para muchos; migración incontrolable… La política del laissez faire comenzó a predominar, ya por miedo o incapacidad.
Mala educación pública. Fallas en los sistemas de salud. Fracaso en los programas de producción agrícola, ganadera y porcina. Crisis de crecimiento comercial y económico en La Piedad o Uruapan, antes emporios; altos grados de injusticia por todos lados y el irremediable fastidio terminaron por hacer que muchos indignados se entregaran en cuerpo y alma a los maloras que les prometieron “unos cuantos años de vida, pero vida feliz”, les decían.
Michoacán tiene muy serios problemas en Tierra Caliente, pero también los hay en la capital del estado, Morelia, en donde el conglomerado estudiantil, comerciante, burocrático y de servicios es predominante y en donde la toma violenta de calles, carreteras o edificios se ha hecho cotidiana e incontrolable para un gobierno frágil. Y ni siquiera el Estado como la fuente de la legitimidad del uso de la violencia en beneficio de la paz social, que dijera Max Weber, se ha considerado.
Problemas hay en la meseta tarasca, que es la zona indígena en donde se concentra la pobreza y que se expresó hace poco en Cherán; también los hay en las zonas criollas y en los espacios en donde el trabajo hacía a gente de trabajo, como es el caso de Zamora, Jacona, Jiquilpan, Sahuayo en donde hay corrupción de gobierno, complicidades, violencia incontrolable, narcotráfico, crimen organizado o, incluso, en la zona sagrada, la zona ganadera del Jal-Mich, que es donde está el Pueblo en Vilo de Luis González.
Pero hoy es peor aún en Tierra Caliente-Apatzingán. Es un espacio reducido. Son tierras flacas. Poca lluvia. Se vive a 32°C promedio. Durante muchos años fue tierra no querida por muchos. Pero sí lo fue para don Lázaro Cárdenas que se fue a refugiar ahí como responsable de la Comisión del Tepalcatepec en 1942. Y comenzó el desarrollo y naturalmente la repoblación.
Ahí las cosas empeoran cada día. Buenavista-Tomatlán, La Huacana, La Ruana. Organizaciones como La Familia y Los Caballeros Templarios crearon ahí un estado de excepción y un estado de sitio. Violencia. Y es ahí donde aparecen grupos de autodefensa y es ahí en donde la vida de los habitantes se convirtió ya en insostenible.
Y para allá fueron enviados cinco mil militares y mil policías federales esta semana. Y de inmediato se supo que llegaron sin estrategia y sin saber en qué lugar se encuentran porque 24 de estos militares fueron retenidos en Buenavista-Tomatlán a cambio de cuatro integrantes de los guardias civiles. Un fracaso, sin duda, aunque lo nieguen el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, el General Salvador Cienfuegos y el gobernador interino.
Va a ser muy difícil controlar la situación en Michoacán. Y lo será más por la debilidad de su gobernador interino, porque ahí las fuerzas del desorden han echado raíces y porque el gobierno federal está ahí para ayudar, pero los tropiezos iniciales pueden ser el presagio de su fracaso. Ojalá no.