Control de daños es una estrategia de moda entre políticos y funcionarios públicos que quieren solucionar su muy averiada imagen debida a sus incapacidades, a sus metidas de pata y hasta porque les han colgado capacidades incomprensibles luego.

 

Esto es lo que está haciendo el señor Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal, luego del dañino incremento que autorizó al precio del pasaje en el Metro capitalino, en contra de la economía de la clase media baja del DF y luego de su muy irrefrenable solución a la contaminación del medio ambiente con el ajuste al ‘hoy no circula’ que afecta de nueva cuenta a esa clase media que votó por él o la anulación forzada de la tenencia vehicular en el DF, pero en contraparte asestó el incremento altísimo de otros servicios vinculados…

 

Y se dice ya: ‘Si las elecciones fueran hoy’ la mayoría clasemediera o la empobrecida por estos incrementos, no le darían su voto ni por error a quien gobierna más en tono panista que perredista. De hecho él mismo ha dicho que no tiene partido político, así que su carga de conciencia no es tanta y, por lo mismo, ya le pone en charola de plata el triunfo a su oposición política para las próximas elecciones capitalinas: el PRI.

 

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Pero, bueno, allá él  y sus asesores  y su gabinete de crisis. Ahora, el señor Mancera, en el intento por echar adelante su “Control de Daños”, se trapa al tema de la revisión de los salarios mínimos para el país –no sólo en la capital-. Un poco para llamar la atención hacia su ‘vocación’ social y a favor de las clases ‘menos favorecidas de México’.

 

Y aprovechó el Foro Internacional Salario Mínimo, Empleo, Desigualdad y Crecimiento que se llevó a cabo aquí el 5 y 6 de agosto para echar su gato a retozar. Ahí dijo, enfático, que urge un gran debate para concretar una política de recuperación del salario mínimo. Y repitió lo que ya había dicho hace tiempo la CEPAL en el sentido de que la pérdida de 77% en el poder adquisitivo ha provocado que hoy sólo se pueda adquirir el 23% de lo que se podía comprar en los años 70.

 

Sabe que esto es cierto. Y sabe que muchos trabajadores mexicanos viven en la precariedad porque no es cierto que la mayoría de los empleados del país reciba por lo menos dos salarios mínimos, según argumentan los empresarios y el gobierno federal priista. Así que estos trabajadores  estarán de acuerdo con él en esa famosa consulta.

 

Hoy, el salario mínimo promedio, en México es de 65 pesos diarios. Según el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, una canasta de 40 productos básicos, recomendables para la alimentación  sana del mexicano tiene un valor de 195.3 pesos.

 

Tan sólo durante el gobierno de Felipe Calderón, el poder adquisitivo del salario mexicano perdió 40 por ciento debido a que los productos de la canasta alimenticia básica –según CONEVAL- aumentaron en promedio 65% mientras que la inflación media registró un alza de 25%.

 

La CEPAL advierte que el único país de la región en donde el salario mínimo es inferior al umbral de la pobreza es México y que casi 14% de las personas ocupadas en México recibe un salario inferior al salario mínimo mientras que alrededor de dos de cada cinco percibe, cuando mucho, dos salarios mínimos. Y no hay que olvidar que por lo menos 16 millones de mexicanos están en la ‘economía informal’ y no reciben salario mínimo ni tienen prestaciones de seguridad ni…

 

A pesar de que Mancera los han negado ‘tres veces’, los perredistas legisladores entran en apoyo a la propuesta del jefe de gobierno capitalino: El diputado Silvano Aureoles dice que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos debe desaparecer “porque es obsoleta y no tiene razón de ser”. El coordinador de los senadores perredistas, Miguel Barbosa Huerta brindó su apoyo a ‘la iniciativa’ de Mancera para conseguir un salario de 548 pesos diarios (16,440 pesos al mes).

 

Todos coinciden: el tema no debe ser ajeno a aventuras populistas y no se debe politizar. Bueno.

 

De todos modos el PAN ya echó su cuarto a espadas y su presidente, Gustavo Madero, dice que ellos levantaron primero el dedo para pedir esa revisión salarial. Los empresarios hacen ‘fuchi’ y dicen que están dispuestos a la revisión, pero que si se incrementa el salario mínimo podría ocurrir desajuste económico e inflación y que se impactará en otros rubros y que el mundo se va a acabar y estallará una Tercera Guerra Mundial… y tal y tal y tal… El gobierno federal dice lo mismo.

 

En lo que respecta a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos tan sólo habría que recuperarla. No es posible que el super bien pagado señor Basilio González la presida desde 1991 siendo consecuente con los mandatos supremos hasta configurar la tragedia salarial y de pobreza que viven los trabajadores de México.

 

Urge revisar esos salarios mínimos minimizados. Que sean justos y suficientes para vivir sin el ¡Jesús! en la boca. Pero para incrementarlos exigen productividad: si, pero eso corresponde a los contratantes. El trabajador hace lo suyo bajo coordinación y si la productividad disminuye no es por falta de mano de obra eficiente, sí por incapacidad empresarial-administrativa.

 

Urge no sólo en términos de voluntad política, sino de justicia social, justicia laboral y de trabajo. Y sería mejor si en el debate están representados los trabajadores de México y no bajo el esquema de ‘control de daños’ en el que se maneja el PRD con todo esto… pero

 

¿Y cómo estarían representados esos trabajadores? ¿A través de los legisladores? ¿Deveras son legisladores-representantes?... ¿En qué forma se han organizado los trabajadores del país para exigir sus derechos? ¿No fueron los mismos partidos los que anularon esa capacidad de organización?... El salario mínimo de México es infame. Pero lo son más quienes medran con él.

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