Recordando un poco el libro escrito por el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, “Salida 2018”, uno de los puntos reflexivos fue criticar la reforma energética porque fue “entregar los activos y quitar la soberanía nacional. A partir de su administración, así lo consideró, su adecuado manejo implicaría que el sector energético, mejor administrado y operado, sería la palanca de motor del crecimiento del desarrollo nacional.

Dijo que defendería a toda costa las dos empresas paraestatales: Pemex y CFE. Criticó que desde la administración del expresidente Carlos Salinas, se ha invertido poco en refinerías. También comentó que producir gasolina tendría menos rentabilidad, pero sería mejor generador de empleos y tendería a ser “autosuficiente” por la demanda interna creciente. Inclusive, hizo un simil muy sencillo: “Exportar petróleo e importar gasolina, es sinónimo de exportar naranjas e importar jugos de naranja”.

En las administraciones “neoliberales”, se dejó de invertir en exploración y extracción de gas. Habló de poder construir refinerías y abastecer el mercado local para poder aumentar las exportaciones. En relación a CFE, criticó que se haya permitido la instalación de plantas privadas para generar energía eléctrica con gas natural, y con ello, también generar “alta corrupción”, enloqueciendo a políticos y funcionarios públicos.

Dejó claro en el libro, que el gas y la energía eléctrica deben ser del Estado y buscaría evitar la participación extranjera. Bajarían precios de la gasolina, diésel, gas, electricidad y productos petroquímicos.

Año y medio después, el tema de corrupción ligado a este sector, está saliendo a relucir con el proceso de Emilio Lozoya, en el que declaró primero en España y apenas inició en México.

Sin embargo, la administración actual ha tenido 18 meses para buscar darle la vuelta a estas empresas y que en realidad puedan ser la palanca de crecimiento como lo comentó. Sin embargo:

Se dieron a conocer los resultados de Pemex al cierre de junio 2020. Los ingresos han caído 36% anual. Las ventas en México cayeron un 38% y las ventas de exportación disminuyeron 34% anual. Los gastos de distribución, transportación y ventas se ajustaron -22.4% pero los gastos de administración se incrementaron 10.6%. Al incluir costos y gastos financieros, resultó que las pérdidas alcanzaron $522,466 millones y si sumamos los derechos, impuestos y otros, la pérdida neta del ejercicio alcanzó niveles de 606,587 millones de pesos.

En el caso de CFE, a pesar de la pandemia que ha incrementado tarifas, al menos residenciales, los ingresos acumulados en el primer semestre del año cayeron 4%, los costos se ajustaron un 24%, por lo que su utilidad de operación mejoró 374%. Sin embargo, incluido aspectos financieros e impuestos, el resultado neto ascendió a una pérdida de $96,871 millones de pesos. El segundo trimestre fue mejor, pero no alcanzó para darle la vuelta a su resultado neto.

Con todo esto, estamos viendo que las empresas que serían la palanca de motor de crecimiento han fallado y se están convirtiendo en un costo y lastre para el Estado. Por eso, el Gobierno ha buscado limitar la participación extranjera y/o privada en el sector, para otorgarle mayor tamaño de mercado.

El tema Lozoya es muy importante mientras no tenga un “juego político” como hasta hora. Seguimos con muchos temas pendientes como el deterioro de la economía nacional, crisis de salud, con el aumento en los contagios por el Covid-19 (siendo ya el 6° país en el mundo con mayor número de infectados y el 5° en número de muertos), el incremento en el nivel de inseguridad en todo el país y ahora, mantener el lastre de dos empresas paraestatales como CFE y Pemex. Además, no hemos visto bajar en forma consistente, precios de la gasolina, diésel, gas, electricidad y productos petroquímicos.

                                                                                                                    @1ahuerta