Que aquellos que causaron los desequilibrios fiscales se queden a componer lo que desacomodaron no es precisamente lo que puede calmar el pánico financiero.

Lo que pesa y mucho es que este régimen habría conseguido un número de legisladores suficientes para que cambien la Constitución sin preguntarle a nadie.

En una democracia la falta de contrapesos genera incertidumbre y es lo que menos les gusta a los inversionistas de todo tamaño. Desde los grandes operadores de fondos de inversión, hasta el trabajador que quiere ahorrar para comprar un coche.

El primer impacto se dio al saber que el partido en el gobierno se hizo de esa herramienta legislativa sin contrapeso alguno.

El siguiente golpe, o quizá alivio, vendrá cuando tengamos certeza de la forma como piensan usar todo ese poder parlamentario que van a concentrar.

Si el plan es mantener las iniciativas que López Obrador presentó el 5 de febrero pasado y hacer que se aprueben sin moverles una coma, como le gusta, la reacción de los mercados que vimos este pasado lunes habrá sido un juego de niños.

La avalancha de pánico cuando eventualmente se apruebe la sumisión del Poder Judicial, del Instituto Nacional Electoral, la eliminación de los espacios legislativos para los opositores, cuando pasen a manos del Presidente los ahorros para el retiro, y demás, ahí sí reviviremos en este país lo que es una crisis financiera.

Pero, atención, que la virtual presidenta electa tomó cartas en el asunto y dio un mensaje que nada se parece a los de su mentor y actual Presidente.

Al menos en las palabras, aparecen conceptos como diálogo, armonía y responsabilidad y eso, más que una graciosa concesión a los destartalados opositores es una señal de que tiene deseos de tener un país en pie que gobernar.

Así, mientras en las mañaneras el adorado-por-el-pueblo siguió con su ruta de ataques y rompimiento, la ganadora de la elección presidencial prefirió dar señales de certidumbre.

Otra vez, la permanencia de Rogelio Ramírez de la O en la Secretaría de Hacienda es buena señal, porque él debe saber cómo acomodar los juguetes fiscales que desacomodó en el juego electoral, pero el mensaje central es que a la doctora Sheinbaum si parece importarle la estabilidad y la tranquilidad de los participantes de los mercados.

Son pininos de independencia de la virtual Presidenta que se tienen que consolidar una vez que tenga colocada la banda presidencial, pero para eso faltan largos 115 días y de ellos, 30 días tendrán la combinación López Obrador-mayoría calificada.

¿Dónde puede empezar la historia de terror financiera de este país? Conociendo la tendencia a los fetiches de López Obrador, seguro que en el último informe de gobierno el 1 de septiembre, ante la recién instalada LXVI Legislatura, ahí podría aventar alguna bomba legislativa.

Si lo hizo ya un populista como López Portillo, lo puede repetir otro populista como López Obrador.

El deseo democrático de México es que, tras unas elecciones que fueron tan contundentes, López Obrador entienda que su deber es retirarse de la vida política nacional tan pronto como el 1 de octubre.

El problema es que tendrá como Presidente 30 días, con sus noches, para sembrar el terror legislativo.

 

     @campossuarez