Después de los más de 20 años de gobierno pujolista, Cataluña encontró en el partido Convergència i Unió (CiU) el espejo más amplio en el que la mayoría de sus ciudadanos, hasta hace dos lustros, podían reflejarse. La unión de los partidos Convergència Democrática de Catalunya y Unió Democrática de Catalunya ocurrió en 1978 pero fue durante los múltiples gobiernos de Jordi Pujol cuando ambos institutos lograron conformar un molde ideológico ad hoc a la demografía de una autonomía potente en cultura, historia y negocios. Unió nutre a CiU con valores democristianos mientras que Convergència abreva al principal rasgo catalán heredado por los fenicios: los negocios.
Uno de los descalabros estructurales de CiU ocurrió en 2003 cuando el tripartito socialista, formado por el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), Iniciativa per Catalunya Verd (ICV) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) lograron la formación del gobierno con Pasqual Maragall como presidente. Eran los mejores tiempos de José María Aznar como gobernante de España pero, como agregado, es necesario recordar que su política autonómica, en especial con Cataluña, se encontraba en momentos bajos. Tan bajos, que en 2006, bajo los efectos sinérgicos del PSOE, ya con Zapatero al frente del gobierno español, el tripartito volvió a gobernar bajo la conducción de José Montilla.
Como sucede con la geometría política, los extremos tienden a encontrarse más temprano de lo que uno esperaría. Fue el Partido Popular (PP) de Aznar el encargado de dar un fuerte empujón (involuntario, por supuesto) al independentista Esquerra Republicana de Catalunya, cuyo líder era Josep-Lluís Carod-Rovira. En las elecciones autonómicas del año pasado, ERC obtuvo 21 escaños, dos menos que los que obtuvo en 2003, su récord histórico. La diferencia es que ahora, el PSC se encuentra sumido en la depresión de su socio PSOE. Es decir, el partido independentista es el segundo más votado en Cataluña, desplazando a los socialistas y, por supuesto, al PP.
Con la suma algebraica de ERC en ascenso y con el presidente Mariano Rajoy distante a la negociación política con el gobierno catalán, la sociedad catalana responde a las tácticas de algarabía propuestas por ERC… el nuevo socio de CiU. En efecto, el año pasado, el presidente Artur Mas, decidió adelantar elecciones pensando que el efecto festivo del 11 de septiembre (fiesta nacional, la Diada), día en que salieron a las calles de Barcelona más de dos millones de catalanes, le otorgaría la mayoría absoluta a CiU. Error de cálculo demoscópico, o si se prefiere, soberbia soberanista. CiU tuvo que formar gobierno de la mano de ERC. Consulta sí o sí (cuando consulta se convierte en eufemismo de independencia aquí y ahora).
La semana pasada, el Gobierno de Rajoy confirmó a Artur Mas que no podrá contar con los mil 700 millones de euros procedentes del Fondo de Liquidez Autonómica, por lo que los recortes de gasto público para el 2014 serán asfixiantes para Cataluña. Un dato que no hay que olvidar. Unas horas después, el hasta hoy socio de Artur Mas, Antoni Duran (quien se ha mostrado en contra de la independencia de Cataluña), y desde el Congreso de los Diputados en Madrid, le pidió a Rajoy que haga algo antes de que escuche una declaración unilateral de independencia por parte de Cataluña. Antes del 31 de diciembre, Artur Mas dará a conocer lo que prometió a ERC durante la negociación para la formación de Gobierno: fecha de la consulta que ocurrirá durante 2014. El Ejecutivo de Rajoy se opondrá apelando a la Constitución. Entonces, Mas convocará a una especie de elecciones plebiscitarias (por la independencia). En ese momento, Unió romperá la alianza con Convergència.
El escenario se oscurecerá más. De acuerdo con información de Casimiro García-Abadillo, escritor de la columna A Fondo, en El Mundo (domingo 20 de octubre), Artur Mas conformaría la coalición independentista Entesa per la Llibertat en la que participarían Oriol Junqueras (actual líder de ERC), Joaquim Nadal (del PSC) y, el nombre estelar, Pep Guardiola, el entrenador que llevó al Barcelona a la cima nunca antes conquistada: 6 títulos en un año, incluyendo la Champions.
No es broma, Guardiola se lo piensa.