Son incomparables, pero el presidente Enrique Peña no cayó en un síndrome de Vicente Fox.

 

Si el panista lanzó su proyecto de un nuevo aeropuerto sin tierras ni plan maestro ni acuerdos, el priista ha decidido no dar pasos en falso ni contaminar esa urgencia con otras acciones políticas necesarias.

 

Por eso no lo incluyó en el Programa de Inversiones en Infraestructura  de Transporte y Comunicaciones 2013-2018 del lunes pasado.

 

Hay consideraciones históricas:

 

El aceleramiento foxista comenzó con el decreto del 22 de octubre de 2001, cuando se expropiaron terrenos ejidales de San Mateo Atenco, en Texcoco, para la construcción del sustituto del actual aeropuerto.

 

Originó no nada más la revuelta de los macheteros de Atenco, sino el debilitamiento de valores como el derecho y la autoridad del Estado a adjudicarse superficies por razones de interés público.

 

Con el tiempo y las marchas campesinas a la Ciudad de México, prohijadas por Andrés López desde el Gobierno capitalino, se descubrieron las improvisaciones.

 

No había plan maestro, no se negoció con los dueños de la tierra, no se previeron obras complementarias, se fijaron pagos de risa…

 

Fox canceló el 2 de agosto de 2002 con la promesa de buscar “otras alternativas”.

 

Pero ni él ni Felipe Calderón las encontraron y hoy, 12 años después,  no hay plan alterno.

 

INVERSIÓN DE 50 MIL MILLONES DE DÓLARES

 

A Enrique Peña, narrábamos, no le corren prisas.

 

No habrá anuncio en falso.

 

Hay, en cambio, líneas generales:

 

Se usarán terrenos federales y, en consecuencia, no habrá decretos expropiatorios ni se darán motivos para una movilización con conflictos sociales como los causados por atenquenses.

 

No se dedicarán recursos públicos para la construcción de la terminal, aunque sí para un entorno urbanístico y vial útil al aeropuerto y a siete millones de personas ubicadas en torno al lecho del vaso de Texcoco.

 

La pretensión es armonizar la zona -los siete millones de pobladores más millones de pasajeros- a fin de generar desarrollo de áreas verdes, comerciales, universitarias y tecnología de punta.

 

Problemas de espacio no hay.

 

La federación tiene casi 20 mil hectáreas y el aeropuerto apenas ocuparía la cuarta parte.

 

Para ser de largo plazo -un mínimo de 60 años, 10 de ellos de construcción, por lo cual no sería inaugurado por Enrique Peña-, se harán etapas con inversiones calculadas por los involucrados en alrededor de 50 mil millones de dólares.

 

Todavía no está decidido el destino del aeropuerto actual, pero seguramente en ese tema y en obras como la vialidad el gobierno de Miguel Mancera tendrá opinión de trascendencia, para vestirse de luces.

 

¿Qué tal otro Chapultepec en esas 750 hectáreas?

 

JAMÁS ROMPIERON PAN Y PRD POR EL PACTO

 

1.- “En política nunca se rompe el diálogo”, me dijo ayer el panista Juan Molinar Horcasitas.

 

Su dicho y otros datos confirman lo anunciado aquí la semana pasada: jamás se suspendieron las negociaciones entre el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y los dirigentes del PAN y del PRD, Gustavo Madero y Jesús Zambrano.

 

Eso permitió acordar la reanudación de las reuniones a partir de esta semana para continuar con la agenda del Pacto por México.

 

Falta el compromiso opositor para asegurar la aprobación en tiempo de las tres reformas fundamentales -energética, hacendaria y política- para darles vigencia a partir de 2014.

 

De lo contrario no habrá recursos para detonar los proyectos federales.

 

Y 2.-  en otro frente, el legislativo, se han iniciado esfuerzos por avanzar con las iniciativas y minutas pendientes en las dos cámaras.

 

Al frente de esta tarea, alineados con el interés presidencial, se colocaron los priistas Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa.

 

El primero ha llamado a mantener las negociaciones aun en el receso y el segundo se declara listo para negociar la reforma política presentada ayer por PAN y PRD en el Senado, pero sin más órganos autónomos y con el fortalecimiento de los Poderes de la Unión.

 

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