Venía caminando con Héctor Vasconcelos, Jesús Ramírez y Jesusa Rodríguez. Cámaras y micrófonos no tardaron en separarlos al girar a Insurgentes y sólo quedó la figura veinteañera de Andrés Manuel López Beltrán entre el enjambre de fotógrafos y periodistas.

 

“¡Es el hijo de Obrador!”, apuntó una mujer. “¡Obrador Junior!”, anunció otra. Y la voz corrió y corrió -¡Obrador Junior!- en el grupo que rodeaba la pequeña tarima adosada -por la bocacalle de Insurgentes y París- a las cortinas metálicas que rodean el Senado.

 

Subió Andrés hijo al improvisado templete, donde una chiquilla mexiquense de unos 10 años le dijo: “Queremos que nos digas cómo está la salud de tu papá…”

 

La gente (unas 60 personas en ese momento) miró ansiosa a ese muchacho ataviado con una camisa rosa y saco gris y que tiene un parecido físico a López Obrador en su juventud.

 

Pero ¡oh desilusión!, en los tres minutos que ocupó el micrófono, Obrador Jr. no hizo una sola mención de su papá. Nada les dijo de Andrés Manuel López Obrador, nada transmitió de su padre. Ni siquiera un “está mejorando…”, o “les envía un saludo”, o “muchas gracias por preguntar por él…”; o algún detalle sobre su papá que acercara su figura a quienes estaban en pie de lucha aún sin la presencia de su líder.

 

López Beltrán dijo banalidades y falsedades (esto ocurrió el jueves pasado), como que el cerco era, “en general, un éxito”, que habían logrado “detener la reforma” energética, que los senadores se estaban “arrepintiendo”, que estaban “reculando”.

 

El joven no se dio cuenta que los ahí congregados lo veían como una correa de transmisión entre ellos y López Obrador, entre su padre y ellos. No lo consideraban ni lo trataban como a un líder o al sucesor en funciones, sino como a alguien que les podía llevar noticias reales y cercanas de López Obrador -del hombre al que quieren y siguen-, de su papá.

 

Era así de simple, de entrañable y de importante el papel que le solicitaban.

 

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PROTESTA SINFÓNICA.- Esta vez fueron más en el cerco al Senado (alrededor de cinco mil). Llevaron carpas, tiendas de campaña y sillas -se instalaron en el primer carril central de Reforma- y su protesta y el “cacerolazo” resonaron a lo largo de Reforma, desde Insurgentes hasta la Glorieta de Colón.

 

Ayudados de piedras, cucharas, platos, sombrillas, palos, tubos o simplemente a manotazos y patadas -sin furia, ni ganas de tirar las cortinas o de entrar en pleito con los granaderos- , los obradoristas lanzaron su protesta sinfónica contra la reforma energética golpeando contra las cortinas metálicas que protegen el amplio perímetro con que la policía custodia los trabajos de los senadores.

 

Decenas de carteles de todo tipo cubren ya las vallas metálicas. Las hay de todo tipo, ofensivas y divertidas, al igual que las consignas que se escuchan. Vemos en tendedero fotografías de todos y cada uno de los senadores. Con excepción de las de los perredistas y de los petistas, las demás tienen escrito: “Traidor”.  A un costado, un cartelón reza: “Vale más una protesta pendeja, que un pendejo que no protesta”.

 

En uno de los templetes, el poeta Enrique González Rojo recita versos; en otro, Rubén Wence evoca a Benedetti; del lado del Monumento a la Revolución, Carlos Cheneke y Gabriel El Mechas cantan y rasgan la guitarra en memoria de Lucio Cabañas; los de la CNTE portan cartulinas con un ojo enorme dibujado y la leyenda “Los estamos observando. El petróleo no se vende”.

 

Y por el hotel Meliá cuelgan cartulinas inspiradas en el infarto de AMLO: “Tu corazón late y el pueblo combate”, “Amor con amor se paga, tu corazón no se apaga”, “Tu corazón lucha y el pueblo en la lucha”.

 

Según nos comentaron, algunos van a pernoctar en los espacios que ya ocuparon.

 

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OTRA FOSA.- Además de las dos fosas clandestinas halladas en Jalisco (en la de La Barca encontraron 67 cuerpos y en la de Zapopan 17), se habla extraoficialmente de la existencia de una tercera fosa en la que podrían hallarse más de un centenar de cuerpos.

 

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GEMAS: Obsequio de la senadora perredista Dolores Padierna: “Lo que pretenden (Enrique) Peña Nieto y sus tres partidos es convertir a México en una república bananera del siglo XXI”.

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