La Junta de Gobierno del Banco de México está pesimista sobre el desempeño económico para este año y ha dejado ver que no subirá la tasa de interés de referencia antes que lo haga la Reserva Federal estadunidense.

 

Estas impresiones surgen de la más reciente reunión de política monetaria que llevó a cabo la Junta de Gobierno el 29 de enero pasado y cuya minuta se publicó ayer. Aquella reunión era importante no sólo por ser la primera de un año económico incierto por el desplome de los precios petroleros en medio de una gran volatilidad financiera, sino también porque dejaría ver el ánimo de los miembros de una Junta que en los últimos meses ha mostrado importantes divergencias sobre las decisiones a tomar en materia de política monetaria.

 

A esta coyuntura de por sí compleja se añadía la de un arranque de año tormentoso en lo político y social derivado de fuertes cuestionamientos al gobierno en materia de gestión y corrupción y con casos no resueltos de inseguridad pública en zonas como Guerrero. Todo este coctel de factores resaltaba la importancia de la reunión a la que, por cierto, asistió el secretario de Hacienda Luis Videragay, quien no se había hecho presente en las reuniones de la Junta de Gobierno desde marzo del año pasado. En esta ocasión, la situación lo requería.

 

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Allí, un día antes de que el secretario de Hacienda anunciara un recorte al gasto público, los miembros de la Junta se pronunciaron por ajustar la política fiscal a la nueva coyuntura y reducir el déficit fiscal de acuerdo con lo programado para evitar un deterioro de la confianza y así contar con mayores márgenes de maniobra ante un escenario interno y externo más complicado de lo que se había pensado.

 

Y es que si se lee con detenimiento la minuta de la reunión, se percibe un clima de pesimismo sobre el comportamiento económico futuro. Banxico ve un entorno externo con mayores riesgos negativos a pesar de la consolidación en la recuperación de la economía estadunidense para la que también algunos miembros observan riesgos derivados de la apreciación del dólar. Prevén que continúe la volatilidad financiera internacional por los bajos precios petroleros y la desaceleración económica mundial, mientras que confirman la debilidad de la demanda interna, la continuación de la brecha del producto y la holgura del mercado laboral, es decir, en palabras llanas, que la economía continuará débil en lo que resta de este año.

 

Las preocupaciones son mayores. Preocupa la consistente depreciación del peso y sus consecuencias sobre la estabilidad financiera y la inflación. Preocupa el alto déficit público y su impacto en la confianza en un entorno incierto. Preocupan los efectos adversos de la reducción en la plataforma petrolera y los precios sobre el crecimiento del PIB y las cuentas fiscales. Preocupa que el escaso margen fiscal del gobierno le obligue a incrementos en precios y tarifas de bienes públicos para el próximo año, así como el potencial impacto inflacionario derivado de un incremento extraordinario a los salarios mínimos. Preocupa la coyuntura en la que se dará el alza de la tasa de interés en EU y que agregará volatilidad en los mercados financieros, particularmente en los mercados cambiarios.

 

La pregunta es cuándo la Junta de Gobierno decidirá subir su tasa de referencia y si lo hará antes de que decida hacerlo la Reserva Federal. Los analistas privados estiman que Banxico lo haga a mediados de este año. Pero en la minuta se puede entrever que la mayoría de los miembros de la Junta prefieren esperar a la decisión de la FED, en las actuales circunstancias de una alta incertidumbre. Claro que esto puede cambiar en un año impredecible.