Los observadores políticos objetivos e imparciales califican la visita de Andrés Manuel López Obrador al papa Francisco como un oportunismo contraproducente. Y exponen sus argumentos:
- Nadie debería sentirse sorprendido por la decisión de Andrés Manuel López Obrador de presentarse intempestivamente a ofrecer "sus respetos" al papa Francisco, quien visitará México el año entrante. Sabe el líder de Morena que, a medida que pase el tiempo y se acerque la fecha de la gira pontificia, más difícil será para él -tal vez imposible- acercarse al jefe de la Iglesia Católica, y entregarle en propia mano, como ya lo hizo, una lacrimógena carta y una bonita estampita de fray Bartolomé de las Casas, defensor de los indios.
- Quienes, a pesar de lo anterior, se escandalizaron por el inusitado y oportunista gesto del adelantado candidato presidencial para 2018 por el partido "esperanza de México", desconocen o pretenden desconocer que el "mesías tabasqueño" es infinito en sus excesos y que posee un olfato político que le permite ver anticipadamente dónde están las oportunidades de llevar agua a su molino.
- El problema para Andrés Manuel es saber cómo le cayó su devoto numerito a la grey católica mexicana, que en su inmensa mayoría conoce el principio de que en un Estado laico hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Es altamente probable que la presencia casi subrepticia del candidato presidencial morenista en el Vaticano mermará las filas de su movimiento -entre los creyentes y los no creyentes- y que obligará a quienes no militan en Morena a pensarlo dos veces para entregarle su voto a un líder de masas obsesionado por un poder que se le ha escapado en dos ocasiones anteriores, y que parece haber perdido el sentido de las proporciones.
- En resumidas cuentas, AMLO no representa nada para el papa Francisco, porque el tabasqueño no es funcionario público, no es dirigente formal de su partido y tuvo que recurrir a colarse entre la multitud para quedar a unos metros de distancia del sucesor de Pedro y entregarle sus obsequios.
- Conociendo el buen humor y la bonhomía del Papa, es casi seguro que pensó, cuando sus ayudantes le informaron vida y milagros del ingenuo Andrés Manuel: “Che, ¿y éste qué pitos toca?”
¡Ya “chole” con López Obrador!, podrían exclamar sus seguidores.
AGENDA PREVIA
El secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, José Calzada Rovirosa, parece haber puesto en práctica la “operación reciclaje”. No, no se trata de reciclar los millones de toneladas de alimentos que se desperdician; tampoco de reciclar las botellas de PET que se tiran a la basura y con la venta de las mismas los pepenadores completan sus ingresos. Nada eso, más bien lo que está haciendo el funcionario desde hace mes y medio que llegó a hacerse cargo de esa dependencia, es reciclar los discursos políticos y demagógicos sobre el campo mexicano que le dejaron varios de sus antecesores.
Digan los lectores si no es cierto: "Hoy el campo mexicano es estratégico para el desarrollo nacional y, sin duda, para la paz social del país", afirmó el funcionario la semana pasada en Michoacán, precisamente el Día Mundial de la Alimentación. ¿Cuántos cientos de veces hemos escuchado ese rollo de la paz social? Una más: “Tenemos un sector primario que, como nunca, le está aportando al desarrollo de México…”, dijo. Y luego se refirió a los apoyos por decenas de millones de pesos que si en tractores, equipo, tecnología y bla, bla, bla.
¿Y del recorte al presupuesto del campo para 2016, apá? Bueno, posteriormente va a tirar el mismo rollo que otros: Vamos a hacer más con menos; a “reconfigurar los apoyos para el sector”; a “compactar” algunos programas. Y seguramente se referirá a “los tres campos”, el de los ricos, el de los pobres y el de golf en algunas de las haciendas de su estado. En fin, material para reciclar los discursos hay bastante.