La exquisitez de la senadora Dolores Padierna puede ilustrarse con un dato.

 

El embajador Jorge Montaño acudió a comisiones el 12 de junio para defender su nombramiento como representante permanente de México ante la ONU.

 

Al llegar lo saludó la esposa de René Bejarano con la categoría de su clase:

 

-¡Usted es un pinche priista!

 

Montaño, dignificante de la diplomacia, mantuvo la serenidad:

 

-Le suplicaría que evitáramos los adjetivos-, le pidió.

El llamado no tuvo mayor eco.

 

Durante el largo interrogatorio de casi tres horas la señora Padierna todavía le lanzó dardos de desacreditación, como con usted no puedo tener un debate ideológico, usted forma parte de lo peor pero me dirijo a usted porque representará a México…

 

No hubo problemas mayores por dos razones: Montaño no es pendenciero de arrabal y los diputados y senadores presentes se comportaron con altura mayor a la de su compañera perredista.

 

Eso permitió a Montaño hablar de su inminente papel en la ONU: promover las tesis mexicanas ante representantes de todo el mundo, impulsar los intereses nacionales en materia de paz y seguridad y establecer mecanismos de cooperación en múltiples campos, en especial el combate a la delincuencia organizada, el desarme y el control de armamento.

 

Su exposición permeó y fue ratificado por unanimidad en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.

 

PEÑA HABLARÁ EN LA ONU EN SEPTIEMBRE

 

Esta historia cobra actualidad.

 

Este miércoles al mediodía Jorge Montaño viaja a Nueva York para asumir la encomienda del presidente Enrique Peña.

 

Sustituye al jalisciense Luis Alfonso de Alba, quien se mantuvo en el cargo hasta junio gracias a la generosidad del presidente Peña y del canciller José Antonio Meade, a quienes en diciembre les pidió esperar seis meses para la terminación de cursos de su hija.

 

Ya representa a México en Austria.

 

Mientras tanto, Montaño lleva encomiendas específicas.

 

La primera es convertir a México en actor del escenario mundial y cambiar la imagen del país porque durante los últimos años permeó la imagen de violencia.

 

La segunda es comenzar a preparar desde ahora la presentación del presidente Peña ante la Asamblea General de la ONU, prevista para septiembre próximo a continuación del mandatario estadunidense Barack Obama.

 

La tercera es organizarle encuentros con jefes de Estado y de gobierno con medio mundo, pues ese evento de la principal organización mundial es utilizado como escaparate para acercamientos y acuerdos bilaterales y, a veces, multilaterales.

 

También continuará la lucha por la participación de México en el Consejo de Seguridad y su presidencia, la cual ya han detentado antecesores del embajador Montaño.

 

EL DESPRECIO PERREDISTA HACIA EBRARD

 

No fue el día de Marcelo Ebrard, pero sí el de Cuauhtémoc Cárdenas.

 

De esta desgracia del ex jefe de Gobierno dan cuenta las crónicas.

 

Ebrard quiso ser la estrella pero todos los grupos y personajes del perredismo se opusieron a ello y arroparon la iniciativa del ingeniero Cárdenas.

 

Ebrard ha errado el cálculo.

 

Su terquedad no le ha permitido asumir el rechazo general.

 

Vea usted:

 

Fue al Senado a impulsar su reforma y el grupo coordinado por Miguel Barbosa se negó a respaldar el reclamo del debate con el presidente Enrique Peña y menos a elaborar una iniciativa al gusto de Ebrard.

 

Acudió entonces a la Cámara de Diputados y a la Asamblea, pero recibió sendos desprecios de los grupos de Silvano Aureoles y de Manuel Granados.

 

Desesperado, buscó al jefe de Gobierno, Miguel Mancera, y a los delegados, pero uno a uno se opuso a ser su comparsa… menos su incondicional Jesús Valencia, de Iztapalapa, quien sí aceptó firmar un desplegado.

 

¿Así quiere ser líder perredista el señor Ebrard?

 

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