La reforma electoral ha entrado a su momento crucial.
Obsesionada con su derrota en 2012, la oposición busca a toda costa poner candados al gobierno de Enrique Peña en el manejo de recursos públicos para evitar su uso en las campañas políticas.
Eso, gastos mayores a los permitidos y los actos de gobierno en apoyo de algún candidato pueden ser causales de anulación.
Lo uno y lo demás se da en Panamá.
El presidente Ricardo Martinelli inaugura obras y las publicita en tiempos electorales para favorecer a su candidato José Domingo Arias, de Cambio Democrático, quien lleva como compañera de fórmula para la vicepresidencia a Marta Linares de Martinelli.
La jugada es obvia:
Iniciada la nueva administración, Arias renunciaría al cargo y entregaría la Presidencia de Panamá a la esposa de Ricardo Martinelli.
¿Se acuerda usted de Marta Sahagún de Fox?
Algo parecido, pero disfrazado con las urnas.
Y no estaría lejos de lograrlo: Arias está empatado en la intención de voto en 32% de las preferencias con Juan Carlos Navarro, ex alcalde de Panamá y candidato del Partido Revolucionario Democrático, el PRD panameño.
CANDIDATO CON EXPEDIENTE EN NUEVA YORK
Ricardo Martinelli no juega con dos candidatos, sino con tres.
A la fórmula oficial José Domingo Arias-Marta Linares, el presidente tiene otra carta: Juan Carlos Varela, ex canciller suyo y a quien investiga la justicia estadunidense en una corte de Nueva York por blanqueo de capitales.
Una bicoca: 27.5 millones de dólares manejados a través de 26 cuentas por dos prestanombres -Philip Gurain y Michelle Lasso, ya confesos ante el magistrado Willis Matthehman- y otros 7.1 millones de dólares acreditados a cuentas de la Fundación Don James
Gurain y Lasso están ligados profesionalmente al candidato Arias, pero las líneas de investigación llevan hasta el presidente Martinelli.
El dinero, dice la investigación, es fruto de actos de corrupción del actual gobierno y estaría destinado a las campañas en curso, de las cuales saldrá el 4 de mayo el próximo presidente de Panamá.
Martinelli, con quien México ha mantenido magnífica relación, tiene otro problema en puerta.
La Fiscalía de Nápoles le prepara un expediente para llevarlo ante la justicia italiana acusado de corrupción por Impregilo, empresa dedicada a la construcción y a la ingeniería y, obvio, con intereses en Panamá.
Si los legisladores mexicanos quieren culminar una reforma electoral, les sería de utilidad asomarse a cuanto sucede en el país del canal americano.
Tal vez algo aprenderían y prevendrían.
SEVERAS CRÍTICAS DE ASPE A LAS REFORMAS
Pedro Aspe, ex secretario de Hacienda, tuvo una exposición brillante en el Senado de la República.
Invitado por la Fundación Colosio de Adrián Gallardo y el Instituto Ortega y Gasset México de Antonio Meza Estrada, habló sobre perspectivas y oportunidades de México en el marco de las reformas estructurales.
Las calificó de regresivas porque, dijo el viernes, provocan desconcierto y reserva internacional en los inversionistas.
También habló de la falta de energía como dificultad clave para incrementar la productividad, razón por la cual empresas como la Whirlpool Corporation se van en busca de mejores precios.
La reforma energética, narró Aspe, llega tarde porque la potencia del norte va camino a la autosuficiencia y a la exportación con un reto adicional para México: buscar acomodo para el millón de barriles diarios vendidos ahora a Estados Unidos.
Aspe también habló de posibilidades.
El costo de la mano de obra desciende en México mientras aumenta en China, lo cual puede serle favorable para atraer inversión y, sobre todo, incrementar la producción de manufacturas.
El producto, sin embargo, sí registrará avances con las reformas: dejará de tener un mediocre 3.5% a partir de 2015 para instalarse en una media anual de 5.5%.