La situación en Los Ángeles es crítica, una de las peores en toda su historia. Hasta este momento, se ha logrado contener en un 95% el incendio de Hurst, pero aún faltan los de Eaton y Palisades. El primero está contenido en un 33%, y el segundo, en un 14%. Se aproximan, sin embargo, ráfagas de viento que pueden aumentar las llamas y reducir los avances del cuerpo de bomberos.
Cientos de personas han perdido sus propiedades y lamentablemente hay varias decenas de muertos y desaparecidos. En algunas zonas del estado, hay toques de queda rigurosos. Es un momento en el que se debe acatar a las autoridades, y en el que las autoridades deben tomar las mejores decisiones para todos.
También te puede interesar: Vientos avivan incendios en Los Ángeles
En 1877, hubo un fuerte incendio en la ciudad de Nueva Orleans. Para ese entonces, el lugar era la capital de la Luisiana española. Tenía poco más de mil construcciones, aunque la mayoría de los edificios estaban hechos de madera.
Alrededor de la una de la tarde, durante un Viernes Santo, la casa de un tesorero militar se incendió. Rápidamente comenzó a expandirse a los alrededores, pero no hubo manera de advertirle a la población.
Antiguamente, las campanas de las iglesias, además de sus usos habituales, servían para anunciar catástrofes como incendios. Había distintos toques de campana y las personas sabían que querían decir los diferentes tañidos. Por eso Miguel Hidalgo tocó una campana cuando dio el grito de Dolores. Y por eso acudió la gente: era una emergencia.
En el caso de Nueva Orleans, las campanas nunca se tocaron porque los sacerdotes se negaron. Al ser Viernes Santo, la liturgia dictaba que ese día no se podían tocar. La alarma contra incendios nunca sonó y el fuego se avivó gracias a los vientos del sur.
Durante cinco horas casi toda la ciudad fue calcinada. Más del ochenta por ciento de los edificios se incendió. Las construcciones principales como la iglesia, los edificios municipales y la cárcel quedaron hechas cenizas. Las personas que se quedaron sin hogar tuvieron que quedarse en tiendas de campaña hasta que consiguieron un techo donde dormir.
Gran parte del desastre pudo haberse evitado si tan sólo hubieran tocado las campanas. Las reglas son importantes, pero en momentos cruciales, el sentido común lo es más.
Sapere aude!
Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana