Ayer INEGI informó que las ventas del comercio al mayoreo cayeron 8.5% en febrero a tasa anual, mientras que en ese mismo mes las ventas al menudeo siguieron la misma tendencia negativa con una caída de 2.6%.

 

Pero, para nuestra mala fortuna, estas cifras no son un accidente.

 

Las ventas comerciales vienen arrastrando una tendencia negativa desde el tercer trimestre del año pasado, sumando ya seis meses de decrecimiento en términos generales.

 

De acuerdo con las cifras oficiales, los subsectores comerciales más castigados han sido el del vestido, calzado, papelería, entretenimiento, artículos de uso personal, tiendas departamentales y autoservicios. Por eso no le extrañe la abundancia de campañas de descuentos que han promovido estos comerciantes en los últimos meses con tal de vender su mercancía.

 

¿Qué es lo que está pasando con las ventas del comercio en general?

 

Quizá un trío de factores lo explica, aunque creo que uno de ellos es determinante en esta tendencia:

 

En primer lugar, es posible que una mala planeación comercial haya saturado la capacidad de compra de las familias con programas como El Buen Fin, que tanto promovió el gobierno anterior. De hecho, en los dos años pasados las caídas en las ventas decembrinas y durante enero y febrero se atribuyeron en buena medida a las compras durante El Buen Fin.

 

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, es posible que las familias, por escasa educación financiera, estén dando un mal uso a su crédito bancario disponible a través de tarjetas de crédito o de líneas que tienen a su disposición como el crédito de nómina, provocando incrementos en la cartera vencida y en sus recursos disponibles. Esto podría estar menguando su capacidad de compra.

 

Y la tercera razón, que creo es la más importante, es que un buen porcentaje de familias -especialmente de menor poder adquisitivo- están perdiendo capacidad de compra con su ingreso actual, por los constantes incrementos de precios en los productos de la canasta básica, especialmente en alimentos.

 

Las tres razones son muy malas noticias porque en el fondo se revela la debilidad de la capacidad de compra de la mayor parte de la población, ya sea porque la informalidad sigue cobijando a una buena parte de la población ocupada con bajos salarios y nulas prestaciones, o porque la mayor parte de los puestos de trabajo que se generan en la economía formal también son de baja calidad y de baja remuneración.

 

La actividad comercial es un buen reflejo del poder del mercado interno y de la capacidad adquisitiva de la población. Por eso urgen políticas deliberadas para incrementar la productividad del trabajo, incrementar los salarios reales, y robustecer el mercado interno.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

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