La carta responsiva que los padres de niños y adolescentes deben entregar en el regreso a clases es un deslinde del Gobierno de su responsabilidad en el caso de que los alumnos enfermen y/o mueran por Covid.
Es como la carta que uno firma cuando se lanza en paracaídas o practica una actividad extrema; se deslinda al prestador de servicios y el usuario asume toda la responsabilidad.
¿Por qué el Gobierno pide esta carta cuando su deber es asegurar el regreso seguro de los alumnos a las aulas?
En realidad, porque no hay manera de que las autoridades de cada una de las decenas de miles de escuelas puedan aplicar un protocolo homogéneo y seguro.
No hay manera.
La diversidad de escuelas y de alumnos vuelve imposible que se lleve un control, como se esperaría, de la situación de salud de cada educando.
Recordará que en febrero y marzo se realizó un experimento en Campeche, en donde se regresó a clases en un ambiente presuntamente controlado en unas pocas escuelas seleccionadas.
Había aulas con tres alumnos y el maestro; las clases duraban dos horas y no se permitía la interrelación entre los alumnos.
No había recreo ni se podía comer el lonche en la escuela.
El ejercicio no duró ni una semana; los maestros y algunos alumnos se contagiaron de Covid.
Si eso ocurrió en un micro universo, controlado, ¿qué pasará cuando el experimento se haga a nivel macro a partir del 30 de agosto?
El Gobierno deja la responsabilidad de elegir a los padres si quieren que las clases sean presenciales, virtuales o mixtas; pero también el peso de aplicar el protocolo de salud en casa.
Los alumnos deben ser enviados con cubrebocas y gel -antes el antibacterial lo daban las escuelas- y vigilar, cual médicos, cualquier signo sospechoso de contagio.
Bien, pero nada garantiza a los padres de familia que en la propia escuela no haya actividades que comprometan la salud de sus hijos.
Comenzando por el ejercicio sugerido para el inicio de clases en el que los niños deberán inflar un globo, escribir -los que sepan- una frase del por qué están contentos y después mezclar los globos para, finalmente, escoger uno diferente al suyo, reventarlo y leer la frase que otro alumno escribió.
¿No es precisamente a través de la saliva cómo se transmite el virus?
¿De quién fue la brillante idea?
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Ayer se volvió a registrar una cifra histórica de contagios de Covid en 24 horas, 24,975.
Y, pese a que el número de fallecimientos por la pandemia se ha reducido, México sigue teniendo una tasa de letalidad tres veces mayor que el promedio mundial: 8.10% contra 2.10 por ciento.
Los números son referencias y quizá a muchas personas que no han padecido la enfermedad o han perdido algún familiar, les sean indiferentes.
Deberían preguntar a cualquier persona que haya sobrevivido al virus o haya visto como sus seres queridos se van apagando de a poco.
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No habrá tercer periodo extraordinario para votar la Ley de Revocación de Mandato, porque la oposición no lo aprobará.
Por más que el Presidente haga como que se enoja con los senadores, no hay dictamen y tanto el PRI, el PAN, el MC y lo que queda del PRD dijeron que no.
Y no.
LEG