Uno de los críticos más severos del gobierno lopezobradorista es quien fuera su primer secretario de Hacienda, Carlos Manuel Urzúa Macías, quien apenas aguantó poco más de siete meses en el gabinete.
Urzúa renunció el 9 de julio de 2019, argumentando que “se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento’’ y la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública.
“Esto, motivado por personajes influyentes en el actual Gobierno con un patente conflicto de interés’’.
Urzúa ya había trabajado con López Obrador; de 2000 a 2003 fue secretario de Finanzas del entonces Gobierno del Distrito Federal.
Así que engañado no podía decirse.
Urzúa es un respetado académico del Tecnológico de Monterrey, al que regresó después de renunciar a la Secretaría de Hacienda.
Sin restarle valor a sus blasones como académico, el ex secretario de Hacienda, pese a su doctorado en Economía por la Universidad de Wisconsin, era un desconocido en el elitista círculo internacional de los mercados financieros.
La experiencia mexicana ha demostrado que si no eres un funcionario que conozca a banqueros, inversionistas internacionales, directores de transnacionales, poco podrá hacer por el país.
Urzúa no tenía los contactos que sí tuvieron otros secretarios de Hacienda.
La noche anterior a su renuncia, el académico había tenido una discusión con López Obrador que terminó por romper la tensa relación.
Pero no salió de Palacio Nacional a renunciar; se esperó a la mañana siguiente, cuando los paranoicos mercados financieros estaban en plena operación.
Su renuncia provocó la depreciación del peso frente al dólar de 2.19%, al pasar de los 18.8811 pesos por dólar a 19.2950 pesos por dólar.
Una pérdida de 41.39 centavos, en la época en la que el peso luchaba por apreciarse.
Imposible pretender que el ex funcionario no hubiera previsto los efectos de su decisión en los mercados.
Hoy Urzúa tiene sus razones para criticar al Gobierno al que sirvió efímeramente.
Su crítica, por ejemplo al deficiente manejo de la pandemia, está fundamentada en cifras y datos.
Y sin embargo, no se puede desprender de cierto tufillo de revancha en contra del Presidente y de sus colaboradores quienes, por estrategia o por convicción, no lo dejaron ser.
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La única razón por la que Marcelo Ebrard arriesgó nombre y apellido al nombrar a Brenda Vázquez Lozano como agregada cultural en España, es demostrar que el despido de Jorge F. Hernández no fue por sus críticas.
No hay más.
Ebrard conocía la actividad anti 4T de Brenda Vázquez en las redes sociales; áspera, crítica mordaz de algunas decisiones y personajes del Gobierno, entre ellas López Obrador, la hoy funcionaria se fue haciendo de seguidores.
Y como el despido de Hernández fue duramente cuestionado -en redes se manejó inclusive que había sido a petición de la señora Beatriz Gutiérrez Müeller-, Ebrard decidió jugarse el prestigio con una designación que ayer le costó miles de críticas de los seguidores de López Obrador.
¿Mantendrá la decisión?
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La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) se juega su resto en una investigación en contra de “un agente económico por posible práctica monopólica relativa en la comercialización, almacenamiento y transporte de petrolíferos’’.
Y aunque por Ley la Cofece no da a conocer el nombre del “agente económico’’, el misterio no parece tan difícil de resolver.
¿Quién mantiene hoy por hoy el monopolio -reforzado además- de la comercialización de gasolina y diésel?
¡Brujos!