La presidenta Claudia Sheinbaum exhibió ayer los primeros síntomas del síndrome AMLO: de cualquier modo, resulta ser la víctima, trátese del hecho que fuere.
La mandataria responsabilizó a “la oposición’’ de alentar una campaña en su contra, de señalarla como la promotora de las violentas protestas de migrantes en Los Ángeles, principalmente, y otras ciudades de EUA.
Nadie puede encontrar en el internet una nota, audio o video, de algún dirigente de la oposición alentando a la violencia con cargo a la figura presidencial.
Lo que sí ha habido, después de las redadas de las autoridades estadounidenses, es el reclamo de la oposición por la forma en que se ha manejado el tema.
Ayer comentamos en este espacio que era una exageración atribuir a la Presidenta el “llamado’’ a la rebelión, solo porque ella, en diversas ocasiones, manifestó que, “de ser necesario’’, se convocaría a movilizaciones a los mexicanos en EUA para evitar que prosperara la iniciativa de gravar las remesas.
También es una exageración responsabilizar a la oposición, como lo hicieron la propia Sheinbaum y Luisa María Alcalde, quien agregó que (la oposición) alentó “la narrativa’’ en las redes sociales, sin ofrecer más datos o pruebas que sus dichos.
Pero la crisis no solo se desató por la interpretación convenenciera que hicieron en Estados Unidos de las declaraciones presidenciales, sino por el nulo entendimiento de cómo debe tratarse un conflicto de esta naturaleza, expresado en las bravuconadas de dirigentes morenistas, como las declaraciones de Gerardo Fernández Noroña, a quien al parecer ya le pidieron cerrar la boca.
Si la oposición aprovechó el desencuentro entre ambos mandatarios por el tema migratorio, no debería causar extrañeza.
En tanto, las auténticas víctimas de este juego del teléfono descompuesto, los migrantes mexicanos, esperan que su gobierno solo haga su trabajo: defenderlos.
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Ni siquiera le han alzado la mano oficialmente como el presidente de la nueva Corte, y ya hay quienes quieren ganarse el favor de Hugo Aguilar Ortiz.
Tres legisladores, dos de Morena (de Oaxaca, obviamente) y uno del Verde, presentaron una iniciativa para reformar la ley orgánica del poder judicial a fin de eliminar el uso de la toga en las sesiones del pleno.
Los legisladores en cuestión son Antonino Morales Toledo, Laura Estrada y Luis Alfonso Silva, quienes pretenden hacerle un traje a la medida al futuro presidente de la Corte (si lo dejan pasar), quien declaró que no usaría toga sino sus trajes regionales.
Quién sabe por qué a los legisladores morenistas oaxaqueños les urge, urge, quedar bien con su paisano.
Ni modo que se estén previniendo de alguna pequeña investigación en su contra.
¿Verdad que eso no es posible?
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El gobierno que no reprime permitió ayer que un grupo de porros, golpeadores al servicio de “la mano negra’’, trataran de reventar el paro que mantienen trabajadores del poder judicial de la CDMX en demanda de mejoras laborales.
Este grupo de encapuchados llegó, golpeó a los manifestantes y, pese a que la escaramuza duró varios minutos, misteriosamente no hubo un solo detenido.
¿De parte de quién?
Por cierto, ya que andamos por estos temas, ayer le contamos del hecho en el que se vio involucrada la delegada de la Profeco en Oaxaca, María de Lourdes Santiago Cruz, en el que murieron dos mujeres jóvenes de 20 años.
Ayer un juez de control determinó su libertad luego de que peritajes de la fiscalía estatal, aseguran, demostró que las fallecidas invadieron el carril por donde circulaba la funcionaria.
@adriantrejo
