Medios y ciudadanos hemos caído en la trampa de la distracción: el tema relevante en este momento es el presupuesto de egresos para el próximo año, pero la discusión pública se ha centrado en la reforma electoral que, tal y como está, no pasará en San Lázaro.

Llevamos semanas enfrascados en discusión de una reforma que no será, por más que Morena y hasta el Movimiento Ciudadano acusen un pacto entre el PRI y el partido del Presidente para sacar adelante, en sus términos, una iniciativa que atenta contra la existencia de los propios partidos políticos.

Lo que debería priorizar el análisis y la crítica, es el presupuesto para el próximo año, cuya confección prioriza las obras faraónicas de la actual administración en detrimento de los recursos que requieren, con urgencia, sectores como el educativo, el de la salud y en de la seguridad pública, en el entendido de que no se trata solo de dar más dinero a las Fuerzas Armadas.

Los análisis de la oposición exhiben que, por ejemplo, en por lo menos una veintena de estados no habrá recursos asignados para carreteras y caminos.

Un ejemplo clarísimo de lo que se viene en el presupuesto para el 2023 es el siguiente:

El gasto para la compra de medicamentos se reducirá en 12,000 millones de pesos; para este 2022, se autorizaron para ese rubro 115,316 millones de pesos y para el próximo año el presupuesto estimado será de 103,043 millones de pesos.

Es decir que seguirá habiendo desabasto en todas las instituciones del sector público.

Ni que decir de la reducción de recursos que instituciones como el ISSSTE o el IMSS tendrán para destinar a la ampliación de infraestructura y a la compra de equipos médicos.

El presupuesto destinado al campo también tendrá una reducción significativa, por más que el Gobierno mantenga el discurso -o el mito- de alcanzar la autosuficiencia alimentaria.

Eso no pasará en este sexenio ni en el que viene.

No es que la defensa de las instituciones que garantizan la democracia en el país sea un tema secundario, de ninguna manera.

Si bien importa mantener la integridad del INE y del Tribunal Electoral, la discusión en este momento está en otra pista; lo que importará en esta semana es la discusión sobre el presupuesto que no es otra cosa que discutir cómo gastará el Gobierno el dinero de los mexicanos.

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Pobres de los morelenses que tienen a un fiscal carnal que resultó poco confiable.

Si la denuncia que hizo ayer Claudia Sheinbaum, en el sentido de que el fiscal de Morelos, Uriel Carmona, mintió sobre las causas de la muerte de una joven para proteger a su probable asesino, muchos legisladores locales que lo defendieron cuando Cuauhtémoc Blanco quiso relevarlo estarán arrepentidos.

Carmona había declarado que la muerte de la joven, ocurrida la semana pasada y cuyo cuerpo fue descubierto en la carretera México-Cuernavaca, había sido por una intoxicación alcohólica que derivó en una broncoaspiración.

Dijo que sus peritos lo comprobaron “científicamente’’.

Pero ayer la jefa de Gobierno presentó un video en el que se ve claramente al presunto asesino cargar el cuerpo de la víctima en el estacionamiento del edificio donde vive, además de que la segunda autopsia reveló que la joven murió por golpes.

Hasta el cierre el fiscal morelense no se había pronunciado sobre las graves acusaciones en su contra, aunque ya hay en marcha una investigación de la fiscalía contra la corrupción estatal.

LEG