La enfermedad del fiscal Alejandro Gertz Manero, aparentemente grave, obligará al presidente López Obrador a pensar en un sustituto.

La Fiscalía General no puede quedar acéfala, mucho menos ahora que tiene casos relevantes por resolver.

En principio, el caso de los sobornos de Odebrecht al exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, y la venta a sobreprecio de Agronitrogenados.

El escándalo detonó casi al inicio del sexenio y a menos de dos años de terminar la actual administración sólo Lozoya está preso, esperando un acuerdo de reparación del daño para llegar a juicio.

Pero eso de que sería testigo colaborador se ha quedado en el imaginario colectivo, porque el exfuncionario no ha aportado información que permita inculpar a políticos de más alto rango.

Y si lo ha hecho, no se ha hecho público por alguna razón desconocida.

Están pendientes también los resultados de las investigaciones del megafraude en Segalmex, muy superior en monto a la llamada “Estafa Maestra’’, que mantuvo en la cárcel casi cuatro años a Rosario Robles.

Gertz desde hace semanas despachaba desde su casa hasta que su estado de salud se agravó.

El fin de semana corrió la versión de su muerte, hecho que fue desmentido por la vocería de la Fiscalía.

Lo que se sabe es que se encuentra en un hospital en Estados Unidos y que no tiene fecha para ser dado de alta para regresar a México, mucho menos a su responsabilidad en la Fiscalía.

Con 83 años a cuestas, lo más probable es que Gertz priorice su salud a las tensiones que genera el cargo que ostenta.

Eso lo debe entender el presidente López Obrador, que desde hace semanas debería estar contemplando designar a un encargado de despacho o al sucesor definitivo de su amigo fiscal, al que, por cierto, tiene meses de no recibir en Palacio Nacional.

Si el Presidente no sabía cómo deshacer el trato con su amigo, su enfermedad le ha dado el justificante que nadie le podría reclamar.

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Hablando de fiscalías, ¿qué espera la de Oaxaca para impugnar la resolución del juez Teódulo Pacheco Pacheco? Que dejó en libertad al enfermo Juan Vera Carrizal, el exdiputado local priista que ordenó la agresión con ácido a la saxofonista María Elena Ríos.

El mentado juez validó todas las “pruebas’’ que presentó la defensa de Vera Carrizal para declararlo “enfermo’’, con lo que cambió la prisión preventiva a domiciliaria.

Y aunque la propia Elena Ríos estuvo advirtiendo toda la semana que duró el juicio que el juez estaba incurriendo en prácticas retardatorias, que ejercía violencia institucional en su contra y la de su representante legal, Pacheco decidió sacar de la cárcel al autor intelectual del atentado que le ha arruinado la vida.

Buen tema para la fiscalía oaxaqueña y el propio gobernador, que emitió un comunicado más tibio que el clima tropical, y se apliquen en la búsqueda de justicia para la joven.

Y para que el Consejo de la Judicatura también examine el comportamiento del dichoso juez.

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Dicen los dos jugadores en activo y uno retirado que fueron tendencia el fin de semana por sus mensajes de apoyo a Adán Augusto López, que lo hicieron de buena fe porque “un amigo’’ se los pidió.

Conocer el nombre del dichoso amigo nos daría una luz para conocer quién “espontáneamente’’ está organizando la campaña a favor de Augusto.

El funcionario dijo que no sabía, pidió que ya no hicieran más saludos y que le bajarán dos rayitas a los mensajes de odio.

¿También incluye a Palacio Nacional?

LEG