La reforma electoral que quiere Morena no es para beneficiar al país, sino para generar las condiciones que eliminen del mapa político a la oposición, regresando a México a los tiempos del PRI de los sesentas.
Si bien la idea de desaparecer a los diputados y senadores plurinominales se ha vendido como una estrategia para “abaratar’’ costos en el Congreso y para “terminar con los negocios de los líderes de los partidos’’, en realidad es una medida regresiva que eliminará la posibilidad de representación de las minorías políticas en ambas Cámaras del Congreso.
Basta con ver los resultados de la elección federal pasada, en la que la oposición -PAN, PRI, MC y hasta el extinto PRD-, obtuvieron la mayoría de sus plazas gracias a la distribución de los plurinominales.
Después de la reforma electoral de Jesús Reyes Heroles, en los setenta, los partidos minoritarios siempre tuvieron una representatividad, que se fue haciendo mayor conforme ganaban adeptos en las sucesivas elecciones.
A pesar del avance de la oposición, el PRI no planteó la supresión de los congresistas por la vía plurinominal, pues en el fondo sabía que el sustento de su poder residía en el hecho de compartirlo.
La idea comenzó a tomar fuerza en los gobiernos panistas de Fox y Calderón, quienes pensaron, al igual que Morena, que eliminar los plurinominales les garantizaría más tiempo en el poder.
No prosperó la iniciativa por la oposición priista y por quienes, desde el PRD y ahora como funcionarios y legisladores de Morena, se opusieron.
En términos económicos, la supresión de 200 diputados federales plurinominales y 32 senadores por la misma vía representa un ahorro insignificante comparado con el presupuesto anual del Legislativo.
Pero en términos políticos, significa la aniquilación de la oposición pues, aderezada a la propuesta, se incluye la reducción del financiamiento público a los partidos políticos, una medida altamente populachera, pero totalmente regresiva en el marco actual de la política nacional.
Reducir el financiamiento condena a las minorías a la extinción pues, a menos que se modificara la ley para que cualquier persona física o moral pudiera aportar recursos a los partidos, no se ve cómo podrían sobrevivir.
Y aún así, con una eventual modificación a la ley, habría que ver qué empresario o empresa se arriesgaría a financiar un partido opositor al gobierno… como sucedió con el PRI de los 60's, que ya se fue.
Tanto el PT, como el Verde, ahora cómodos y felices socios de Morena, deberían estar preocupados por esta iniciativa, que por mucho, si pasa, también les pegará.
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Las cosas para Javier May en Tabasco están tan, pero tan mal, que ya el senador Oscar Cantón Zetina está en plena campaña para sustituirlo de manera interina.
Cantón, expriista, declaró ayer que el gobierno estaba para garantizar la paz en el estado y que si no podía “que renunciara’’.
El senador morenista recordó que una de las aportaciones de López Obrador (además de la creación de May como candidato y responsable del Tren Maya, obvio), fue la revocación de mandato que los tabasqueños pueden ejercer a los tres años de la administración.
May tiene apenas unos meses en el poder por lo que, de caer, el provisional (Cantón o cualquier otro), tendría que convocar a una nueva elección en un plazo máximo de un año.
Suena temprano para andar hablando de caídas, peeeero, en este caso no son los medios de comunicación, sino un senador muyyyy apegado a Adán Augusto López, por cierto, no muy amigo del gobernador en cuestión.
¿A poco sí?
@adriantrejo