El pleito de Ricardo Monreal no es en realidad con Layda Sansores, sino contra la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, a la que considera la autora intelectual de la guerra en su contra.

Las diferencias entre el zacatecano y la corcholata favorita no son nuevas y se remontan a la elección del 2018.

Monreal tenía el escenario dispuesto para ser el candidato a la Jefatura de Gobierno, a diferencia de Sheinbaum, cuya gestión al frente de la delegación Tlalpan había sido duramente cuestionada.

La caída de una parte del colegio Rébsamen, en el sismo de septiembre de 2017, que provocó la muerte de 26 personas, entre trabajadores y niños, se había convertido en el lastre de la preferida de López Obrador.

A pesar de que se demostró que los permisos irregulares para la construcción de un segundo piso en el Rébsamen habían sido otorgados por personal de la delegación que encabezaba Sheinbaum, no se les inició proceso.

En cambio, la dueña del colegio fue detenida y hoy purga una sentencia de décadas acusada de la muerte de las 26 personas ocurrida tras el sismo del 2017.

El zacatecano venía de la delegación Cuauhtémoc y había hecho méritos para obtener la candidatura a la Jefatura de Gobierno, pero fue bajado por el propio López Obrador, que le ofreció ser el coordinador de su campaña en la segunda circunscripción territorial y la senaduría.

Monreal pataleó, pero terminó por aceptar la oferta a cambio de que lo hicieran coordinador de la bancada de Morena y por ende presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), el órgano de decisión de la Cámara alta.

Como Presidente electo, López Obrador reconoció que tenía tres compromisos que respetar, uno de ellos era cumplirle a Monreal.

Y así fue, pero eso no evitó que los desencuentros con la jefa de Gobierno se olvidaran.

Por el contrario, el resultado de la elección del 2021 en la capital del país, en la que Morena perdió nueve alcaldías, avivó las pugnas.

Sheinbaum y su equipo acusan abiertamente a Monreal de haber jugado las contras a Morena en esa elección, sobre todo en la delegación Cuauhtémoc, la sede de los tres Poderes de la Unión, por apoyar a una persona ajena al partido presidencial, Sandra Cuevas.

Las diferencias se profundizaron cuando López Obrador adelantó la sucesión casi tres años y le dio licencia a sus preferidos para comenzar a hacer campaña.

Hasta antes de la elección del 2021, Monreal desayunaba una vez a la semana con López Obrador.

Pero, entre las acusaciones de Sheinbaum y la imposibilidad de construir una mayoría absoluta en el Senado para sacar adelante una reforma constitucional de interés particular para el Presidente, los bonos del zacatecano comenzaron a caer.

Hace meses que no es invitado a Palacio Nacional a pesar de haber cumplido la encomienda de sacar adelante la extensión de la presencia militar en las calles hasta marzo del 2028.

Monreal ha subido el tono no solo de las protestas por la guerra nada soterrada en su contra, promovida desde su propio partido, sino también las críticas a algunas declaraciones y decisiones presidenciales.

Sobre quién le debe más a quién, el Presidente a Monreal o viceversa, está por verse.

Pero está claro que los días del zacatecano como miembro de Morena están contados; el Presidente, si no ha autorizado, ha permitido que se ataque a un colaborador que hace no mucho consideraba leal.

Si quiere estar en la boleta electoral en el 2024, Monreal sabe que no será por Morena.

LEG