México no necesita un Javier Milei para cambiar de sistema político, pero sí necesita la movilización social que el presidente electo de Argentina provocó.
Que el 74% de la población con credencial para votar haya salido a ejercer su derecho a elegir, resultó histórico no solo para el país sudamericano sino para la región en sí.
Milei logró posicionarse como todo lo contrario a lo que ofrecía el candidato del peronismo; continuismo.
El presidente electo argentino no tuvo empacho en remarcar las diferencias entre ambas propuestas.
Con estridencia, ofreció un cambio radical de las políticas públicas de salud, de educación y hacendaria.
No hubo discurso de reconciliación y ni de “borrón y cuenta nueva’’, por el contrario, la estrategia de remarcar las diferencias y la división social que priva en el país (40% de la población en pobreza), fueron armas electorales que le dieron resultado.
Aquí en el país tenemos a la candidata oficial, Claudia Sheinbaum, ofreciendo la continuidad de las políticas de López Obrador.
No se le ha conocido, en estos días de precampaña, alguna propuesta ya no suya, sino novedosa.
Sheinbaum no se ha salido del guión y, por meses, se han dedicado a repetir lo que sale todas las mañanas desde Palacio Nacional.
Pero ya va siendo tiempo de que comience a proponer, porque el continuismo no entusiasma a los no morenistas y, si cree que con el padrón de beneficiarios de los programas sociales le alcanzará para ganar, está celebrando por anticipado.
Igualmente, Xóchitl Gálvez tendrá que ajustar su discurso pues lo que le hemos oído son respuestas de botepronto a declaraciones del Presidente o de alguno de sus voceros.
Pero eso claramente es insuficiente para iniciar una campaña.
La disyuntiva que tiene es llamar a la reconstrucción de las instituciones del país, (la reconciliación sólo es un tema romántico que no se puede procesar en esta elección), o montarse en la división que existe en el país tal como lo hizo Milei con buenos resultados.
A ver.
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Alguien debería explicarle a Sandra Cuevas, que la alcaldía Cuauhtémoc no es su rancho o su vecindad para prohibirle “la entrada’’ a nadie.
No solo porque legalmente no lo puede hacer porque estaría violando el derecho al libre tránsito, la libre expresión y manifestación de las ideas, sino porque no tiene ninguna autoridad para impedir que cualquier candidato de cualquier partido pueda hacer campaña en dónde se le pegue la gana.
En los únicos territorios que sucede el veto a cualquier candidato son los que están tomados por la delincuencia organizada, ya sea en Guerrero, Michoacán, Zacatecas, Tamaulipas o Sinaloa, en donde, en elecciones pasadas, los candidatos han debido pedir autorización a los jefes de plaza para realizar actos de proselitismo.
Y que se sepa, la delegación Cuauhtémoc no está en esa clasificación.
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La señora Cuevas, por cierto, no ha renunciado al Frente opositor, solo dejó “en pausa’’ su militancia, tal vez a la espera de que le tiren un anzuelo en Morena o el Verde, que es lo mismo al final de cuentas.
¿Qué significará poner en pausa?, por cierto.
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El próximo primero de diciembre tomará posesión como gobernador de Coahuila Manolo Jiménez, el único candidato priista que pudo mantener el control del estado para su partido.
Miguel Riquelme, el gobernador saliente, deja al estado en los lugares estelares del ranking de inversiones y seguridad.
Y pese a ello, no habrá embajada para él.
@adriantrejo