Un tuit atribuido a la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, el sábado pasado, informaba que el Gobierno de México había aceptado, en un día, cuatro vuelos con repatriados, así como la movilización de 30,000 elementos de la Guardia Nacional para cerrar el paso a los migrantes en las fronteras sur y norte del país.

 

Un día después, un medio estadounidense también da cuenta de la supuesta anuencia del Gobierno mexicano para aceptar los vuelos de repatriación.

 

Ningún otro medio retomó la información, probablemente fake, a la que el Gobierno mexicano tampoco se refirió ni siquiera para desmentirla.

 

Puede ser que se trate de una campaña interna para fortalecer la imagen de Trump, convertido en el gran bully mundial.

 

Pero también es cierto que el Gobierno mexicano poco y nada ha dicho sobre las amenazas de deportaciones masivas, además de la información de la preparación de albergues en la frontera norte y un programa que contempla dos mil pesos, pasajes de autobús a sus lugares de origen y atención primaria en el IMSS.

 

No se sabe si realmente Claudia Sheinbaum aceptó la llegada de vuelos con migrantes repatriados (aunque, si se tratara de mexicanos, no tendría porque rechazarlos) ni si oficialmente aceptó ya el regreso del programa “Quédate en México’’.

 

Si no lo ha hecho oficialmente, la embestida de Trump hacia Colombia debe ser entendida como un aviso.

 

Trump decretó la aplicación de un arancel del 25% a todos los productos colombianos, la suspensión de la entrega de visas en ese país, así como la anulación de las visas a los diplomáticos colombianos de misión en Estados Unidos.

 

Todas esas decisiones perjudicarán la economía colombiana, sin duda, a pesar que el presidente del país sudamericano, Gustavo Petro, anunció también la imposición de aranceles del 25% a los productos de Estados Unidos.

 

No hay comparación entre los intercambios comerciales de ambos países; los colombianos serán los perdedores en esta guerra comercial, a la que Petro ha respondido con arengas en lugar de negociaciones.

 

Con el ejemplo de Colombia, el resto de los países de Centroamérica y algunos de Sudamérica, se lo pensarán dos veces antes de negarse a recibir a sus connacionales repatriados, si avanza la amenaza trumpista.

 

Sheinbaum se negó a opinar ayer sobre el caso colombiano porque, dijo, no tenía la información suficiente para hacerlo.

 

Como tiene línea directa con Petro, no tendría dificultades para poder opinar hoy sobre un caso que Trump esgrimirá como ejemplo para atemorizar a quienes no se plieguen a sus deseos.

 

En México, ¿qué podemos hacer?

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Ayer hubo una nueva manifestación a favor de la remoción del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, cuya incapacidad para contener la violencia que vive el estado ha sido acreditada con suficiencia.

 

Fue la segunda en menos de una semana; los ciudadanos de la capital, Culiacán, que es el centro de esta ola de violencia, decidieron que protestar desde las redes sociales no tiene caso y tomaron la calle.

 

Peeeroo, por inverosímil que parezca, otro grupo está organizando una marcha de desagravio, es decir, a favor de Rocha Moya, cuyos supuestos nexos con la delincuencia organizada son la comidilla diaria en Sinaloa.

 

Si no es Morena quién organiza esa marcha, ¿quién entonces la financia? ¿A quién le conviene que Rocha Moya se mantenga en el poder pese al desastre que es Sinaloa y que ni con la presencia de Omar García Harfuch se ha podido resolver?

 

    @adriantrejo

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