La reaparición en medios del expresidente Ernesto Zedillo molestó al gobierno de la 4T, no solo por sus declaraciones sino por ese celo político que le tienen al exmandatario, reconocido internacionalmente por haber sacado a México de una de las crisis económicas más profundas.
Zedillo dijo a una prestigiada revista que Morena había acabado con la democracia en el país, criticó la militarización de la seguridad pública y desde luego la mal llamada reforma judicial.
Desde Palacio Nacional, la presidenta Sheinbaum le respondió y lo retó a hablar del Fobaproa, de Aguas Blancas, de Acteal, de la desaparición de la Corte, entre otros asuntos registrados durante el periodo 1994-2000.
En seguida, las cuentas que respaldan a la Presidenta, replicaron sus dichos, pero no con el impacto que hubieran querido.
De hecho, quienes se sumaron a las críticas a Zedillo, no pudieron responder las contrarréplicas de quienes coinciden con la visión política del expresidente.
Y los retorna debatir sobre las narcofosas, el fraude multimillonario en Segalmex (“tuvo unos problemas’’, dijo Sheinbaum el viernes sobre el desfalco por cerca de 20,000 millones de pesos), los negocios de los amigos de “Andy’’ López Obrador y sus hermanos, etcétera.
Zedillo vino a azuzar el avispero, sus dichos no contradicen la realidad y son respaldados por un sector importante de la población, inconforme por las decisiones de gobierno.
Por lo demás, quienes acusan a Zedillo de ser un alfil del “prianismo’’, no conocen al exmandatario.
Durante su mandato como presidente, Zedillo marcó una distancia enorme con el PRI, a tal grado, que fue el primero en reconocer la victoria de Vicente Fox aún antes de que el entonces IFE lo hiciera oficial.
Con ello evitó una rebelión de los priistas, dispuestos a salir a las calles a defender “el triunfo’’ de Francisco Labastida Ochoa, quien minutos después del mensaje del entonces presidente, reconoció la primera derrota del tricolor en una elección presidencial.
Reacio incluso para convivir con los medios de comunicación, su administración fue austera por necesidad pues recibió un país en quiebra pero tuvo el mérito de dejarlo, en el último año de gobierno, con un crecimiento económico del 7 por ciento.
No fue el adalid de la democracia (como tampoco lo fue López Obrador), algo debió haber hecho bien que sus opiniones siguen incomodando al poder en turno.
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Por cierto, aprovechando el viaje, el aspirante a ministro de la Corte, César Gutiérrez Priego, hijo del general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, el “zar antidrogas’’ condenado a 40 años de prisión por delincuencia organizada, amenazó con divulgar audios que su padre le heredó y que comprobarían los nexos de la familia política de Zedillo con el narcotráfico.
El candidato dijo que su padre (muerto por un tumor cerebral en el 2013), le heredó unos casetes en los que se escucha hablar a la entonces esposa del expresidente, Nilda Patricia, dialogar con narcos.
Dijo que los audios los presentará “en los próximos días’’ y pidió “estar pendientes’’.
Pero no vayan a creer que el candidato a ministro está buscando reflectores. No.
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En Teocaltiche, esa ínsula de Jalisco gobernada por el narco ante la pasividad del gobierno de Pablo Lemus, ayer fue asesinado el presidente del PRI municipal, José Luis Pereida Robles, quien era además secretario de gobierno del Ayuntamiento.
Ese municipio ha sido el escenario de masacres y levantones, pese a que hay presencia de la Guardia Nacional y el Ejército.
¿Hasta cuándo?
@adriantrejo
