Si algo habrá el próximo sexenio será Inteligencia.
Vigilancia en todos los niveles y en todos los sectores.
Y mayoritariamente estará concentrada en la Secretaría de Seguridad Pública, cuyo renacimiento y estructura operará el sonorense Alfonso Durazo.
Será una dependencia distinta a la de los dos sexenios anteriores, una poco atendida por Vicente Fox y otra superprivilegiada con Felipe Calderón.
Por eso Genaro García Luna fue tan influyente en el sexenio 2006-2012.
Con recursos sin límite, mucha autonomía y tecnología de vanguardia, Calderón y García Luna llegaron a pronosticar casi vida eterna a esa secretaría.
Pero llegó el colombiano Óscar Naranjo a asesorar hace seis años a Enrique Peña, y se sepultaron la secretaría y escándalos como las balaceras y asesinatos protagonizados por policías federales en el aeropuerto capitalino y en Tres Marías.

Áreas de gobernación, de hacienda...

Apenas se rediseña la nueva SSP.
Participa un grupo de alta confianza para Andrés Manuel López Obrador -el mismo Alfonso Durazo y Gertz Manero, primer secretario del ramo con Vicente Fox- y pronto lo tendrán listo.
La iniciativa se presentará en septiembre.
Pero aquí va un avance:
Manejará la Policía Federal, actualmente con su propia área de Inteligencia, y será el brazo operativo porque se desvanece la promesa de crear una Guardia Nacional.
De Gobernación se llevará dos organismos disímbolos:
El Cisen, a cargo de Gertz Manero, y Protección Civil, ambos con sus propios cuerpos de Inteligencia para sus respectivos fines.
Y quizá haya otro dato más novedoso:
La nueva SSP tendrá también su Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), labor ahora exclusiva de Hacienda.
Es decir, la secretaría de Durazo tendrá funciones más allá de la seguridad pública y observará a gobernantes, empresarios, medios y todo manejo de recursos.
Habrá estricto seguimiento del dinero: de dónde viene, quién lo opera, cómo se encubre, a quién enriquece y actividades como los escándalos de Ricardo Anaya y socios.
Quizá aquí esté el rediseño del combate a la delincuencia organizada.

La turbulenta agonía del PRI

1. La larga agonía del PRI tiene una causa.
La estructura no puede moverse, y menos su dirigente Claudia Ruiz Massieu, en tanto haya presidente priista y Enrique Peña se niega a darle autonomía.
No la ha tenido ni la tendrá en el sexenio y de poco servirán presiones de algunos grupos o las críticas de Ulises Ruiz, César Augusto Santiago y otros compañeros suyos.
Lo saben los militantes conspicuos, por lo cual no se mueven y simplemente cumplen con los rituales, verbigracia, de designar coordinadores parlamentarios.
Nadie, ni siquiera Ruiz Massieu, podía quitarles esa elección a Miguel Ángel Osorio Chong en el Senado y a René Juárez Cisneros en la Cámara de Diputados.
2. Ah, pero la renuncia de Rubén Moreira simplemente muestra los desajustes internos y el carácter de Claudia Ruiz Massieu.
A éste seguirán otros, mientras ella, el presidente y la nomenklatura tricolor intentarán mantenerla hasta fines de 2019 cuando, entonces sí, se sabrá si hay y sobre todo si habrá PRI.

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