Es asunto de orden.

La orden es avanzar con todo el acelerador puesto para terminar el 21 de marzo el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), como se ha rebautizado a la Base Aérea Militar Santa Lucía.

Y cuestión de orden es, en paradoja, ir contra las normas y los tiempos recomendados para una obra de plenas garantías en vuelos -al menos se espera- y a decenas de miles de viajeros.

Porque toda construcción necesita planeación, una bitácora severamente vigilada y paciencia para no caer en riesgos como los registrados, por ejemplo, en la Línea 12 del Metro.

Los expertos lo recuerdan:

La ruta trazada para cruzar cinco alcaldías -hoy es ficción porque está inutilizada en parte- requería un plazo de construcción hasta 2014.

Pero los tiempos político-presidenciales de Marcelo Ebrard eran otros y no le iba a dejar la gloria de la inauguración a su sucesor, Miguel Mancera.

Ahí están las consecuencias con su cauda de muertos, heridos, una investigación inconclusa, la carencia de transporte para millones de personas y la incertidumbre por fallas futuras.

RIESGOS DE CORRUPCIÓN

En el caso del AIFA es diferente.

Cierto: sus proyecciones son menos ambiciosas y modernas a las de su antecesor, el cancelado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).

Pero es orgullo presidencial y se presume a gente de todos los sectores, legisladores, empresarios, embajadores, cuerpo diplomático y visitantes extranjeros distinguidos.

Se les lleva a recorridos de demostración y no faltan los momentos de indiscreción cuando los ingenieros militares deslizan comentarios sobre premuras aquí, allá y más allá.

Esto los hace dudar de tener la obra total el 21 de marzo, fecha límite dada al general Ricardo Vallejo para terminarlo.

Él está a cargo de la obra civil y también lo estará del aeropuerto internacional de Tulum, mientras en Santa Lucía quedará el general René Trujillo Miranda.

Lo dirigirá pero desde ahora están las advertencias: no hay bodegas para manejo de carga, muchas instalaciones están inconclusas y se carece de red de acceso por tierra.

En tanto, a las premuras -y a causa de ellas- la milicia ve con preocupación otro riesgo: la corrupción en varios niveles, contratistas y subcontratistas.

Un dato prohíja esa práctica: la gran cantidad de efectivo en esa y muchas otras obras tan caras al Gobierno actual.

DESTINO DE SALMERÓN

Ya casi está listo:

Al Presidente no le importan las múltiples acusaciones de acoso y violación contra Pedro Salmerón, el fallido embajador de México en Panamá.

Su misión estará en otra parte en pago a su 90% de lealtad y 10% de capacidad, como es la máxima general de Palacio Nacional.

Está listo su nombramiento para coordinador de Memoria Histórica y Cultural de México, epidermis de la pareja presidencial.

Sustituirá a Eduardo Villegas, quien pronto comparecerá en comisiones del Senado de la República para irse de embajador a Rusia.

Estará bajo la mirada permanente de Andrés y Beatriz y más cerca de la protección superior no podría colocarse para retribuir la amistad.

LEG

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