En México 10 mujeres mueren cada día por agresiones intencionadas, según cifras del INEGI.
30 millones de mujeres han enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida.
El 43.9% ha sido agredida por su esposo o pareja actual.
En 2018 se registraron 3 mil 752 defunciones por homicidio de mujeres, el más alto en los últimos 29 años.
En las últimas semanas hemos conocido historias espeluznantes de mujeres que han sido asesinadas por sus ex parejas, a pesar de haberlas denunciado previamente, cinco de ellas en Baja California.
El caso de Ingrid Escamilla, revela la saña, el enojo y el grado de enfermedad que se puede tener para agredir de manera brutal a una persona.
Este viernes se llevaron a cabo manifestaciones por parte de colectivos de mujeres en distintas ciudades del país; en la Ciudad de México una vez más se tornaron en agresiones contra mobiliario e inmuebles como el del periódico La Prensa, que público las fotos de Ingrid.
Queda claro que la violencia no es el medio para protestar, sin embargo la indiferencia y falta de sensibilidad de las autoridades no abona a la grave crisis que se vive en el país.
Cómo reaccionar si el mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador, un día declara que los feminicidios no son tan importantes como la rifa que organiza y al otro, señala que se malinterpretó su mensaje y da a conocer un decálogo sobre el tema, en el cual no incluye ninguna medida de prevención, control o sanción.
Resulta una burla, por decir lo menos, que desde el Ejecutivo se promuevan los «mandamientos» del Presidente: estar en contra de la violencia; proteger la vida de hombres y mujeres; es una cobardía agredir a una mujer; el machismo es un anacronismo, entre otros; en lugar de hacer propuestas y pronunciamientos serios y no improvisados.
Es esta indiferencia junto con la terrible impunidad, lo que en México está matando a las mujeres.