El robo de ideas es una práctica común en el mundo. En México, sin embargo, la dinámica alcanza tintes surrealistas: está tan masificada que incluso se ve como algo natural. Van dos viñetas reales de robos impunes en el mundo empresarial mexicano:
1) Una compañía organiza un concurso entre los estudiantes de la carrera de comunicación de una universidad privada. El premio: una plaza en la empresa y una beca. Una alumna postula su proyecto. No gana. Meses después, cuando va a pedir trabajo a esa misma empresa, se lleva el primer chasco de su carrera laboral: los afiches motivacionales que adornan los muros de las oficinas exhiben las mismas imágenes que ella sometió a concurso. Nadie sabe nada al respecto, ni en la universidad ni en la empresa.
2) Una compañía de internet le solicita a un despacho de Relaciones Públicas una serie de ideas para el lanzamiento de una campaña de reposicionamiento entre sus posibles clientes. El despacho de RP pide que se delinee el presupuesto disponible. La compañía le solicita que no se limite a cuestiones económicas y presente el plan de la manera más detallada posible. “Ya está cerrado”, afirma el director de mercadotecnia del sitio web. El despacho trabaja dos semanas en una propuesta que incluye rediseños e ideas para eventos. Tras semanas de no recibir noticias, llega un mail con el escueto mensaje: “Por el momento no contamos con presupuesto, pero nos mantenemos abiertos a colaborar con ustedes en el futuro”. Tres meses después, el director de la agencia recibe una invitación para la fiesta de relanzamiento de su otrora potencial cliente. La imagen y el evento son copias calcas de los conceptos de su propuesta original. La empresa ni siquiera se tomó la molestia de eliminarlo de su base de datos.
¿Qué hacer para evitar el robo de ideas? ¿Conviene hacerlo o es mejor fingir demencia ante la posibilidad de que se tomen represalias como despidos o cancelaciones de contratos? A continuación, un par de consejos:
*Asuma que la organización es una colmena. El robo de ideas al interior de las organizaciones es una práctica más sencilla de materializar cuando el ejecutivo se comporta de manera egoísta y especuladora. Es decir, si asumiera que la organización es una colmena donde las ideas deben ser compartidas con todos de manera horizontal, el robo de ideas sería más difícil, pues los integrantes del equipo estarían conscientes de que el concepto original no provino del jefe, sino de uno de ellos. La colmena protege al individuo, sobre todo si se usa la tecnología: es fácil guardar un registro de las ideas vía correos electrónicos o a través de minutas que den fe a quién propuso qué y en qué momento.
*No deje que el miedo lo paralice. Frente a la posibilidad del robo, muchas personas caen en el extremo de abandonar todo afán propositivo. Error. En realidad, las ideas están sobrevaloradas. Existen, desde luego, conceptos geniales que cambian al mundo, pero la mayor parte de las ideas que un subordinado le propone a su jefe -o que un proveedor le sugiere a su cliente- son procesos que eventualmente van a ser considerados por la organización. El éxito del proyecto no depende de una idea valiosa, sino de la manera en que esa idea es ejecutada. Es la ejecución, no la idea, la que gana el partido. Las personas capaces de una buena ejecución no deberían paralizarse por la posibilidad de que alguien les robe una idea. Las buenas ideas abundan; los ejecutivos eficaces, no.
Post scríptum. Expok, despacho de consultoría de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), organiza “El hoy y mañana de seis estándares de RSE y Sustentabilidad Corporativa”. En el evento se analizarán las directrices de la OCDE, el GRI, el Pacto Mundial, el distintivo ESR, el ISO 26000 y el IPC Sustentable de la BMV. La cita es el 24 de octubre. Informes: www.expoknews.com
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