Tal vez los mexicanos estamos acostumbrados a ciertas informalidades, muchas relacionadas con las necesidades económicas o laborales de la población, otras simplemente con hábitos arraigados.
Donde hay una gran aglomeración de personas en el espacio público tiende a haber ambulantaje. Las invasiones al espacio público y al espacio visual son frecuentes, para vender, para anunciar la venta, para promover productos o candidatos. Dependiendo de la ciudad o el municipio esto se vuelve más o menos frecuente, pero es una realidad nacional.
¿Se han dado cuenta de que la informalidad comienza desde la autoridad?
Hace algunos años uno podía caminar por el frente del Palacio Nacional. Hoy es un territorio enrejado. Al peatón se le arroja al territorio de los autos (cuyos seis carriles frente a Palacio son intocables). Esa cuadra es espacio público, es espacio de los mexicanos. So pretexto de la seguridad nos fue robado.
En los alrededores de Los Pinos, donde vive y trabaja el presidente, hay tres retenes para los peatones, uno cubre el frente sur, otro el frente norte y el otro el frente poniente. Los autos pueden pasar, los peatones pueden llegar a ser interrogados dependiendo el momento del día. A decir verdad, la Residencia Oficial termina con el alineamiento de las oficinas, y no incluye la calle de Chivatito (apropiada por la Presidencia años atrás). Hay un puente peatonal que podía ser utilizado (yo lo usé un par de veces) para comunicar entre Periférico y Constituyentes, hoy es paso vedado, salvo para los que se estacionen (en auto) en un jardín contiguo. El espacio público al servicio de una institución, so pretexto de la seguridad (la Casa Blanca, en Washington no necesita recurrir a estas prácticas de vendedor ambulante para ampliar su polígono de seguridad) y un trato diferenciado según la forma de moverse.
La Presidencia de la República no es la única institución que se apropia del espacio público. La Suprema Corte de Justicia de la Nación es otra. La salida del metro fue cerrada, la entrada de su bello edificio ha quedado cercada por unas espantosas vallas y el peatón es arrojado al espacio del auto. Los mexicanos somos libres de viajar por el territorio, excepto por donde los anarcoministros nos lo impidan; su perspectiva de la seguridad, por encima de los derechos constitucionales.
En la esquina de Dr. Morones Prieto y Dr. Barragán, en la Ciudad de México, se ubica el Centro de Investigaciones Federales, una cárcel temporal (le llaman arraigo), y está completamente rodeado de trincheras. La Anarco Procuraduría General de la República se quedó con la banqueta y con el primer carril. Seguramente es obligación de los mexicanos arriesgar su vida para pasar por allí y no es obligación de la autoridad buscar sitios para estos menesteres donde no tengan que robarse el espacio público.
Un ejemplo más, la Policía Federal, a la vuelta de la Casa de Moneda y sobre la calle del mismo nombre, también ha desbordado sus instalaciones hacia el espacio público, tomando la banqueta y el primer carril. Tal vez les parece fundamental para su seguridad y para la operación, robarse el espacio público.
¿Sigo con el estacionamiento de la Secretaría de Marina en La Virgen? ¿O con las decisiones viales que toma la Secretaría de la Defensa Nacional en Industria Militar para beneficio propio y no de la colectividad? ¿Los trafitambos que rodean al Senado de la República? ¿Río Papaloapan y Río Danubio para la Embajada de Estados Unidos?
Me queda claro que para construir un país de leyes hay que creer en las leyes existentes. Pero por encima de esto, soy un convencido de que si los ministros de la corte estuvieran desempleados y sin dinero, no dudarían en poner un puesto sobre la banqueta o unas cubetas para controlar el estacionamiento en la vía pública, incluyendo áreas peatonales. Al fin que viviendo en una República de Anarquistas hay que adaptarse a las circunstancias, y ya tienen experiencia.
@GoberRemes
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