Llegaron los revolucionarios a empotrar un mundo tecnológico sobre lo que conocíamos como realidad convencional. Los primeros pensionados de Twitter comienzan a demostrar que la brecha entre los revolucionarios y los anacrónicos crece día a día. Las dos pirámides temporales se trastocan. En ocasiones impactan entre sí. Casi nunca se entienden. Las externalidades positivas como negativas han salido de control. El impacto se siente, lo mismo en la industria del periodismo como en el sector de la política; del arte contemporáneo a la estética banal/barroca; de los videojuegos a los realityshows donde Big Brother es el protagónico. Si el coeficiente Gini nos muestra las brechas del ingreso en la sociedad y el índice Big Mac, las variaciones de poder de compra entre países, el índice Mac nos dibuja qué tanto nos encontramos entabletados, es decir, si tenemos o no nuestro pasaporte de los revolucionarios: los que piensan y hablan en 140 caracteres; los que trascienden a través de tuits.

Los dilemas también se encuentran fuera de control, los lentes Google se convertirán en el pasaporte a un viaje permanente hacia “la Luna” y de difícil regreso. La cima del top ten de las descargas 2.0 forma parte de la hermenéutica del iTunes. Su principal descarga: los Orgasmos; los sentimientos on line de hace diez años (complemento de la vida real) mutaron en el aislacionismo (vida off line aburrida por anquilosada).

El interés por el conocimiento, al parecer, vincula al ser humano a la obsesión por lo banal. Se conforman continentes de información e islas de pensamiento. Los lentes de Google serán un vehículo que nos transportará a la vida lúdica-obsesiva. Bombas interactivas de información terminarán por convertirnos en sujetos esquizoides. Siempre cansados pero sobre todo: predecibles.

La correlación financiera entre Facebook y Twitter nos dice que las expectativas monetizadas de la primera caen intempestivamente desde el primer minuto en que la segunda red social saludó a la bolsa de Nueva York.

 

Las externalidades del minimalismo estético ya alcanzaron al pensamiento, en particular a los hábitos de lectura. Nicholas Carr tiene más menciones que Miley Cyrus por su frase que cala en lo más profundo de nuestra realidad: Internet nos distrae la lectura de libros. Eureka. Eufemismo de “todos somos idiotas”.

 

El pasado lunes, Jesús Silva-Hérzog Márquez iniciaba su artículo con una broma que hicieron los editores del periódico The Guardian: bienvenidos a twitter porque de hoy en adelante la información se puede leer en menos de 140 caracteres.  Adiós a las viejas pirámides de información que las reliquias académicas del periodismo inventaron: comienza por lo útil para concluir con lo inútil; dale importancia al contenido y deja al final el cúmulo de nimiedades (metáfora del estúpido). Los textos empequeñecen, el papel periódico comienza su tour de despedida convirtiéndose en una especie de tableta cuyo ornamento busca la interactividad. Unos días antes, The Economist (en su edición del 16 de noviembre) presentaba en su portada al ojo humano convertido en disco (el soldado Manning utilizó los discos de Lady Gaga para comunicar una estética cotidiana); el escenario está listo para elaborar nuestra personal caja negra. El 23 de noviembre, El País publicó una conversación imperdible (el 23 e noviembre) entre Hugh Forrest y Molly Barton, director del Festival South by Southwest Interactive de Austin (Texas) y la responsable de la estrategia digital en la editorial Penguin-Random House. Ambos dibujan un escenario como el que desarrolla The Economist:

 

  1. Tecnología instalada en la ropa con el objetivo de detectar enfermedades en tiempo real.
  2. Evolución del movimiento Maker/Hacker Context (tecnología de lo Hecho en casa).
  3. Internet a distancia para controlar los ritmos orgánicos e inorgánicos en el funcionamiento de nuestras casas.
  4. Crecimiento del crowdfunding (macrofinanciamientos a través de la red) como un mercado abierto incluso a proyectos privados.
  5. Cambios frecuentes en el sector de la educación, salud.
  6. Transporte 2.0

 

Conclusión: somos revolutuiteros, fin del problema.

 

 

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