Antes de que termine febrero, el presidente Barack Obama viajará a México para participar, junto con el primer ministro de Canadá, Stephen Harper y el presidente Enrique Peña Nieto, en la Cumbre de Líderes de América del Norte. En interesante esgrima diplomática, en los últimos días de enero, Peña Nieto viajará a La Habana, para participar en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y realizar una visita oficial a Cuba, ya arreglada con el presidente Raúl Castro. Dicen los que saben que no descartan una visita preparatoria de la Cumbre a Washington en la primer semana de febrero.

 

Nada lentos en el Departamento de Estado. Analizadas las últimas declaraciones del presidente Enrique Peña Nieto sobre la inseguridad en Guerrero, están listas sus actualizaciones de alertas de viaje (Travel Warnings) en donde están utilizando verbatim las valoraciones del presidente sobre ese estado como el de mayor riesgo en el país. En Washington siguen jugando ajedrez con Peña Nieto, aunque dicen los que saben, hasta este momento siguen agazapados sin haber lanzado ningún zarpazo contra México.

 

Semana internacional en México la que empieza hoy. El canciller José Antonio Meade presidirá la reunión anual de embajadores y cónsules en la ciudad de México que tiene algunas novedades: la asistencia (más del 85% de los embajadores y todos los cónsules, salvo dos), la duración (5 días en lugar de 3), presentaciones de todo el gabinete involucrado en las reformas y talleres para el cambio de discurso mexicano en el mundo. Pláticas muy esperadas, las del secretario de Hacienda Luis Videgaray, y la del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para ver cómo explica la inseguridad en el país.

 

Toda la élite del cuerpo diplomático mexicano se encuentra en el Distrito Federal. Pero quien espera ver a la cónsul en Milán, que espere sentado. Doña Marisela Morales, hasta el último momento de la lista confirmaciones e inasistencias, no convivirá con sus nuevos colegas. La ex procuradora general ha tenido un muy mal año en México, y de lejos ha visto una cadena de acusaciones y deficiencias sobre su gestión el final del gobierno de Felipe Calderón que han motivado que desde la cancillería le pidan que su perfil sea el más bajo posible de los posibles. Doña Marisela es una papa caliente que a todos, incluido a su ex jefe, quema.