Vaya panorama el que pintó ayer Ricardo la Volpe sobre lo que acontece con las Chivas del Guadalajara y la acusación que se le hizo de “acoso sexual” por la que fulminantemente fue despedido como director técnico del equipo de futbol:
Un dueño (Jorge Vergara) autócrata y tramposo, una podóloga que va más allá de lo que su puesto le permite (da masajes en la rodilla con árnica), jugadores que la hacen de espías para “la señora Angélica”, la esposa de Vergara (la mera mera en el equipo).
La Volpe apareció ante las cámaras descompuesto.
-¿Cómo ha pasado estas últimas 24 horas?-, le preguntó un periodista.
El argentino de 62 años y una larguísima carrera futbolística apenas si pudo responder:
-Llorando-, dijo, con un nudo en la garganta. Y no pudo más. Se levantó y abandonó el salón donde ofreció la conferencia de prensa junto con uno de sus abogados: Claudio Pérez de Celis.
Según la versión del ex director técnico de la selección mexicana en ningún momento se sobrepasó con la podóloga. Más bien fue “a comprobar” si era cierto que también daba masajes, como le dijeron algunos de los integrantes del cuerpo técnico. Y efectivamente, narró, le aplicó árnica en la rodilla.
Razón por la cual le dijo -según afirmó La Volpe en la conferencia- que eso no se lo iba a permitir, que su labor se constreñía a la podología (a los pies).
De los dos jugadores que la hacían de espías, contó que un día -a mitad de la cancha (para evitar que en algún salón hubiera micrófonos o algo parecido)- les dijo a los futbolistas del Guadalajara que había escuchado rumores de que dos jugadores tenían comunicación con la señora Angélica. “Si lo confirmo -les advirtió- se van…”
En cuanto a las trampas, resulta que inicialmente le ofrecieron una cantidad para contratarlo como técnico de las Chivas y a la hora de la hora -luego de haberlo presentado y del primer entrenamiento- le salieron con una cantidad menor.
“En ese momento debí irme”, apuntó. Pero no fue así.
En medio de aquella conferencia de prensa, La Volpe -desencajado y despeinado- comentó que era el peor momento de su vida; pero que tampoco le gustaba “ser títere”. Dará la pelea frente a lo que se le acusa.
“Seré malgeniudo -concluyó- pero no delincuente”.
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MANCERA SE PUSO LAS PILAS.- ¡Hasta parece de izquierda!-, lanzó uno de los asistentes al Acto Conmemorativo del Día Internacional del Trabajo, al escuchar ayer el discurso de Miguel Ángel Mancera.
El sarcasmo hizo sonreír a algunos.
Pero en algo no le faltaba razón al autor de la frase. El discurso de ayer del jefe de Gobierno -y sobre todo la convocatoria a los líderes empresariales, sindicales e instituciones académicas para pugnar por una nueva política de salarios mínimos para mejorar los ingresos de los trabajadores- respondía a lo que muchos capitalinos esperarían a escuchar de un representante de la izquierda.
Y es que, según los estudios que han realizado en su equipo de gobierno, los salarios mínimos que tenemos en el país en lugar de generar riqueza o mejores condiciones económicas provocan, al revés, “un jalón hacia abajo” en el resto de los niveles salariales: una “precarización del salario”.
Desde hace muchísimo tiempo, comentó, se ha dicho que la baja de los salarios era una condición para enfrentar la crisis mediante las llamadas devaluaciones internas; “pero crisis van o crisis vienen y los salarios se han convertido en una variable estructural del modelo económico de largo plazo desde 1982, con esa línea discursiva”.
Sin embargo, sostuvo, las condiciones de los trabajadores mexicanos no han mejorado.
Su propuesta podría resumirse así: A mejores salarios, se eleva la productividad laboral y por ende, se genera una economía más competitiva.
Esta idea, anunció el jefe de Gobierno, la llevará a la Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores) y convocó a líderes empresariales, sindicales e instituciones académicas a unificar criterios y conformar un frente unido que eleve el debate nacional en torno a una nueva política de salarios mínimos porque, advirtió, “si no mejoran los ingresos de los mexicanos, no habrá más producción”.
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GEMAS: Obsequio del abogado de La Volpe, Claudio Pérez de Celis: “Alguien me puede decir qué saben, porque nosotros no hemos recibido ninguna notificación, ni invitación para declarar”.