Son 14 meses consecutivos en que la economía mexicana registra niveles inflacionarios por debajo de la meta establecida por el Banco de México.

 

Es la fecha en que muchos analistas siguen estudiando qué es lo que ha permitido que los precios se mantengan bajos, a pesar de la importante depreciación que ha tenido el peso frente al dólar.

 

Hay una coyuntura mundial de precios bajos, la inflación es baja en buena parte del mundo, en buena medida porque los costos de los energéticos se mantienen baratos y también porque el valor de los alimentos ha bajado sus precios en comparación con lo que vimos a principios de la década.

 

La demanda interna ha crecido, pero no lo suficiente tras la gran recesión mundial como para animar a los productores, importadores y comerciantes a elevar sus precios sin perder de manera importante un buen trozo del pequeño mercado.

 

Pero no hay duda de que cada vez está más cercano el día en que la inflación general habrá de contaminarse con lo que ya está sucediendo en la inflación al productor.

 

Hoy, el INEGI da a conocer la inflación de junio, y todo apunta a un registro bajo en el Índice Nacional de Precios al Consumidor. Si notamos en la medición de hoy un repunte notable, no lo dude, la culpa es del aguacate.

 

Esta fruta ya ha llegado a venderse en precios superiores a los 80 pesos por kilo. La fama en Estados Unidos del avocado importado de México ha presionado los precios y, además, en final de temporada.

 

Como sea, podemos cambiar el guacamole por un pico de gallo y con eso nos alejamos de un precio tan alto que no vale la pena pagar. Si de plano no puede vivir sin comer esta fruta deliciosa, asuma el costo, considérelo como un artículo de lujo, que además no es deducible.

 

Así que si vemos un repunte hoy en la inflación general, échele la culpa al aguacate. Pero lo que tenemos que seguir con detenimiento son otros indicadores inflacionarios.

 

De entrada tenemos que diferenciar entre la inflación subyacente, que contiene los precios que no brincan con las temporadas del año. Y la inflación no subyacente, donde está el aguacate, el resto de los productos agropecuarios, tarifas de energéticos y hasta las colegiaturas.

 

Pero también tenemos que leer subíndices como el de las mercancías no alimenticias, donde hay más evidencias de presiones por el tipo de cambio en los precios al consumidor.

 

Sobre todo lo que tenemos que ver con atención de aquí en adelante es la inflación al productor. Ahí es donde podremos notar cómo hay un traspaso del peso débil a los precios y cómo ahí también se ha frenado el paso de la factura al último eslabón.

 

La inflación de junio, con todo y aguacate, se tiene que ver bien. Pero julio con sus aumentos en las gasolinas y la luz, con la resignación de tener un dólar caro, seguro nos mostrará otra cara.

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