En los últimos días hemos visto una fuerte caída en los índices bursátiles, en los precios de algunas acciones, de los bonos, y una acelerada depreciación de las monedas de los países emergentes frente al dólar. En ese entorno, ayer el peso mexicano –fix- se depreció 4.1% frente al dólar para llegar a 13.40 pesos por dólar, empujando al IPC de la Bolsa de Valores a una caída de 3.9%.

 

Según las explicaciones de buena parte de los inversionistas estos movimientos abruptos en los precios de los mercados financieros respondieron ayer a dos factores principalmente: a los malos datos para la manufactura china que prevén una contracción en su actividad junto con señales de contracción en el crédito bancario; y –principalmente- a las declaraciones del miércoles del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, sobre la posible reducción y fin del programa de inyección de liquidez a la economía hacia el primer semestre de 2014, en caso de que ésta muestre mayores signos de fortaleza en los próximos meses. Claro, esta vez Bernanke fue mucho más optimista que en mayo pasado sobre la solidez en la recuperación de la economía estadounidense, por lo que la posibilidad de que se aplicara el plan de la FED de acabar con la inyección de liquidez, se tomó a pie juntillas. ¡Le creyeron a Bernanke y eso tiró los mercados!

 

En realidad el gobernador de la Reserva Federal no dijo nada adicional que no supieran con anterioridad los inversionistas, pero la sola confirmación de que lo que había sugerido en mayo pasado durante su comparecencia ante el Congreso iba en la dirección correcta, fue suficiente para iniciar la estampida del mercado de bonos, de acciones, de commodities y de posiciones en mercados emergentes. De allí que los precios de las acciones y de las monedas en Asia y América Latina fueron castigados entre el miércoles y jueves.

 

Sin embargo la volatilidad que hemos visto en los dos últimos días parece exagerada. Es una sobrerreacción a un cambio en la política monetaria estadounidense previsto y largamente esperado; pero ahora la duración de esta volatilidad dependerá de cuán creíble es la FED en sus pronósticos sobre el crecimiento económico.

 

La FED en su comunicado y Bernanke en su conferencia de prensa posterior insistieron en tres asuntos precisamente para evitar una sobrerreacción: 1. Que la inyección de liquidez a la economía continuará este año sin cambios, 2. Que las tasas de corto plazo seguirán en niveles bajos por lo menos hasta 2015, y 3. Que la posibilidad de reducir y poner fin a la inyección de liquidez está sujeta a la fortaleza demostrada de la economía.

 

Pero como ya vimos en estos dos últimos días, los inversionistas globales solo escucharon que la fiesta se acabó y decidieron recoger sus tiliches poniendo a temblar a los mercados emergentes, especialmente a aquellos que han dependido en los últimos años de los flujos de capitales financieros.

 

Para Brasil, por ejemplo, el anuncio llega en un momento complicado cuando su economía se debate entre una alta inflación y un letargo económico que podría acentuarse con nuevas alzas en las tasas de interés.

 

No sabemos a ciencia cierta cuánto durará esta volatilidad que se ha desatado en los mercados, ni cuándo efectivamente las tasas de interés iniciarán una tendencia alcista; pero sí seguramente tendrá efectos sobre la política monetaria en México y deberá tenerlos sobre la agenda aún pendiente en el sistema financiero.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *