El Doctor Patán quiere levantar la voz contra el linchamiento que están sufriendo la compañera Dato y el compañero Sergio por su proclividad al alto diseño.
Voy a medio citar a los compañeros del periódico oficial de la 4T: ¿Ahora resulta que solo los ricos pueden comprar Versace, Cartier y Ferragamo? ¿Qué pretenden, que vayan a la cámara vestidos como poetas con beca del Bienestar? O sea, sí: hay que ponerse el chaleco guinda, pero ¿y debajo del chaleco? Lo que hacen los compañeros es honrar la investidura, y no se crean: es costoso, no sólo en dinero, particularmente cuando dependes de tu –cito al doctor Monreal– “pecunio”, sino en esfuerzo: nada hace quemar tantas calorías como proyectar clase, distinción, buen gusto. No, no es fácil proyectar una imagen como la que están proyectando en sus redes sociales: esos tenis con la marcota bien distinguible para que se vea que hubo que invertirle 25 mil varos; esa bolsa azul tan bonita; esos lentes dorados que nos remiten a un Tom Jones en versión drag; ese colguije coquetón, doradísimo, para que contraste con el bronceado tipo all inclusive clase premium.
No, no es fácil. ¿Hay pequeñas fallas de criterio? Hombre, sí. No puede uno estar subiendo fotos súper fashion todos los días sin fallar algún tiro que otro, como esos mocasines Ferragamo color –justamente– chaleco de Morena, sin calcetines, en la playa, con shorts debajo de la rodilla tipo “Ejecutaron una orden de aprehensión contra Brayan N”. Pero miren: lo que la bonita pareja falla en el área de la moda, lo acierta de sobra en el campo de las artes visuales.
Lo digo por ese óleo de los pinochos infernales. Cuadrazo: transgresor, incisivo, sofisticado. De hecho, me permití proponerle a la señora de la casa que vendiéramos la Volvo para ver si hay algún otro de la misma serie y ponerlo en el estudio de Cuernavaca. “Alcanza para el óleo y un coche chino”, le dije, y con muy malos resultados. “Prefiero donarle los 350 mil pesos al Gobierno de Corea del Norte”, me respondió con una mordacidad que sinceramente no creo merecer. O sea, mi planteamiento era adelantar unos años (pocos) mi regalo de los 60.
“No se merece eso el Doctor Patán”, supongo que piensan, en sintonía con su servidor, mis queridos lectores. Bueno, tampoco me merezco lo que me pasó cuando apelé al plan B. Me permití escribirle a mi amiga Viviana, artista más que talentosa, para ver cuánto me cobraba por una réplica de la pinochiza. Para mi sorpresa, me dejó en leído y me bloqueó en Twitter. Perdón: X.
@juliopatan09