No es ni remotamente lo peor de lo que va a dejar el 2 de junio, sobra decirlo. Peor, peor, entregarle íntegramente el país a un pelotón de políticos que no andan exactamente cortos de pulsiones autoritarias y que ya no van a devolvérnoslo jamás. Aun así, es espantoso: el 2 de junio dejó, como efecto secundario, un triunfo de la cursilería que de veras lo invita a uno a echarle la cerradura a las redes sociales y los medios por un rato. El triunfo del espíritu de “Tizoc”, para citar a los clásicos, con una pátina de lírica socialistoide. El pobrismo convertido en otro tsunami.
El oficialismo ya lo traía, evidentemente, de raíz, desde lo de qué conmovedor tener un Presidente que camina junto a los que nada tienen y observa la vida y sus carencias con los suyos, los olvidados, como un líder social que disfruta fidedignamente –para citar a otro clásico– el sagrado olor del pueblo, hasta lo de la sabiduría inmanente a la pobreza, una de las peticiones de principio más ramplonas que existen, hasta lo de que qué bonito es que por fin un gobierno entienda que hay que “crear comunidad” –si un día habló de “crear comunidad”, denme una muerte rápida e indolora, les ruego–. Normal. El autoritarismo es cursi.
Por supuesto, también lo traían los de las medias tintas, los de oficialismo marrullero. Ya saben: “Lo mínimo que debemos reconocerle a la 4T es que nos ha hecho recordar nuestras raíces en lo popular. Recuerdo las manos agrietadas de mi abuela, que se daba tiempo para educarme mientras trabajaba en la milpa, dejando una estela de cempasúchil en la habitación con piso de tierra”. (La 4T trajo una proliferación de abuelas campesinas en la colonia Roma.)
El problema es que la cursilería se ha extendido a los derrotados, que, no sé si por el shock o por una especie de instinto de supervivencia vía la mimetización, ya están con lo de: “Tal vez debimos aprender, como ellos, a voltear hacia los que nunca vimos, los desheredados de la tierra”. No mamemos.
Por supuesto que es necesario hacerse cargo de los problemas de pobreza de este país, pero el obradorismo tuvo un par de aciertos como la pensión para adultos mayores y lo del salario mínimo y, sobre todo, repartió billetes sin pudor con fines electorales.
Mientras, hizo pedazos el sistema de salud, nos dejó en manos de los criminales y creó una buena cantidad de riquezas entre familiares, políticos afines y militares. Ya ni modo. Pero, porfa, no convirtamos esto en una interminable pieza de canto nuevo latinoamericano.
@juliopatan09