Agarras y dejas un récord de asesinatos en el sexenio y otro número grandote de desaparecidos, con amplias franjas del territorio o de plano controladas por el crimen organizado, o al menos sometidas a su violencia, más varios gobernadores sospechosos de complicidad con las mafias y, en todo caso, de una incompetencia sencillamente inigualada que vale para que las susodichas mafias anden tan campantes por todos lados. Esa cosa que bautizaste como: “Abrazos, no balazos”.

Al mismo tiempo, te bajas a saludar a la madre del capo de capos, a la que tuteas; visitas Badiraguato como si fuera la capital del mundo, y no del narco, hasta siete veces; liberas a Ovidio de manera por lo menos rara; dices con todas sus letras que los criminales son pueblo y no los vas a reprimir y, para rematar, le agradeces a los mentados criminales que en las elecciones se hayan portado tan bien. Cosa que sí, porque le echaron la mano a Morena en varios estados.

Por otro lado, dejas una aberración como la llamada reforma al Poder Judicial, con sus tómbolas y sus extorsiones mafiosas para sacarla adelante, con lo que garantizas que cualquier persona con dos dedos de frente y dos dólares en la cartera se la piense 20 veces antes de invertir en estas tierras.

Asimismo, dejas en ruinas el sistema de salud, con un récord de pacientes no atendidos, una farmaciota que no surte ni saludos, un desabasto que no se había visto nunca y 800 mil muertos por Covid.

Sin mencionar que también quedaron la CFE entre apagones y con unos números rojos que nunca tuvo y Pemex con una producción récord, por lo baja, y unas pérdidas que andaban en los muchos cientos de miles de millones de pesos.

En tus ratos libres, sacas a los agentes de la DEA y llamas “departamentito” al Departamento de Estado, para caerles rebién a los gringos, mientras recibes una medalla en Cuba, a la que subvencionas con muchos millones y de muchas maneras, recibes como compas al propio Díaz-Canel y a Maduro y te niegas a condenar a Putin.

Luego, ovacionado por las cámaras, la comentocracia a sueldo y tu equipo, le entregas el changarro a tu sustituta, que ahora lidia con el tiradero pero sin lana, porque te la acabaste, y, contra tu costumbre, desapareces de la faz de la tierra, en un riguroso silencio y suponemos que a un amable retiro, entre libros, no sabemos si ceibas o puestos de suadero de la Toriello Guerra y soldados a cargo de tu seguridad.

Es lo que se conoce como “El legado”.

 

      @juliopatan09

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